El empleo formal, que tuvo el año pasado su mayor crecimiento en las estadísticas recientes, comenzó a disminuir desde el último trimestre del 2014.
En otras palabras, parece haberse detenido el avance contra la informalidad laboral que se venía registrando desde el primer trimestre del 2009, cuando era del 64,1 por ciento, y que llegó a niveles cercanos al 60 por ciento en el segundo trimestre del 2015. Hoy, eliminar esta problemática sigue siendo una meta muy lejana.
Para Stéfano Farné, especialista en temas laborales de la Universidad Externado, es claro que la informalidad laboral es demasiado alta. Y eso, agrega, hace que el país crezca más despacio y que la gente tenga niveles de vida más bajos. “La informalidad es un problema de baja productividad que no se cambia de la noche a la mañana, porque está relacionado con temas como que las personas no estudiaron ni se formaron lo suficiente, además de que no cuentan con capital”, explica Farné.
Y para aumentar la productividad, que es un proceso a largo plazo –advierte–, hay que invertir en educación y nuevas tecnologías, y no solo en carreteras.
Juan Carlos Guataquí, investigador del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario, señala que otra causa de la informalidad es que la legislación laboral considera que una buena forma de reducir los costos laborales es flexibilizar la relación con el empleado. “Uno de los principales motivos de la persistencia de la informalidad en el país es la idea de la tercerización y el alto nivel de trabajadores por cuenta propia, que es muy elevado”, sostiene. Estos últimos, en septiembre, llegaban a 9.276.000, según el Dane.
Actualidad Laboral / Con información de El Tiempo