La crisis económica ha propiciado un duro deterioro del mercado laboral en la mayoría de los países desarrollados. El efecto más dramático ha sido el vertiginoso aumento del paro. También se ha acompañado de una generalizada devaluación salarial y de una creciente tendencia hacia el que los sindicatos denominan empleo precario.
En este sentido, la contratación temporal gana cada vez más peso frente a la indefinida. En España, por ejemplo, más de la mitad de los nuevos contratos que se han firmado este año (el 54%) son de una duración definida. Así, de los 14,4 millones de asalariados que hay, 3,6 millones tienen un empleo temporal. A esto se suma el crecimiento del teletrabajo y de los empleos a tiempo parcial, que afectan ya a más de 2,7 millones de personas.
El mercado laboral de las economías más importantes –no sólo en España, aunque sí especialmente- tiende, por tanto, hacia un nuevo modelo, en el que la oferta de puestos de trabajo con horarios flexibles y una duración finita es cada vez mayor. Es la derivada de una crisis que ha acabado con millones de empresas incapaces de soportar la caída de ingresos y que, en muchos casos, se han enfrentado a las dificultades de poder adelgazar sus plantillas por las, a juicio de los empresarios, excesivas condiciones del despido.
Pero, además de garantizar un despido más barato, el crecimiento de la contratación temporal o a tiempo parcial encuentra también su explicación en los avances tecnológicos, que permiten que para muchos trabajos ya no sea necesario cumplir una estricta jornada laboral de ocho horas en la oficina y de lunes a viernes (las semanas de 40 horas). De hecho, hay empleos para los que incluso son más adecuados el teletrabajo o los contratos por horas.
Desde el punto de vista del contratante, es importante considerar todas las opciones, porque de una elección adecuada dependerá la mayor o menor productividad y, en consecuencia, la viabilidad futura de la empresa. En este sentido, lo primero es conocer bien el negocio y saber qué tipo de trabajadores son los más idóneos para desempeñarlo, independientemente de si el contrato es por cuenta ajena, por cuenta propia, por obra y servicio, temporal…
Según señala el experto en materia laboral Dan Finnigan, cuando un negocio reclama cargos “críticos” para su desarrollo y que requiere de un equipo que ha de ser coordinado, lo más adecuado “probablemente” es que quienes ejercen esas responsabilidades lo hagan en una oficina y a tiempo completo. Ahora bien, también hay empresas, sobre todo pequeñas, que han creado una cultura de trabajo a través de Skype o vía telefónica que les hace estar permanentemente conectados de forma virtual y funciona.
Mientras, los puestos en los que se aplica una rutina marcada, con tareas “repetibles y escalables” se prestan mejor, a juicio de Finnigan, para los trabajos a tiempo parcial, por obra o el teletrabajo. Con ello, la empresa podrá ahorrar en costes de oficinas y material –y también de finalización de contrato-.
Una vez que el contratante tiene claro cuáles son las necesidades, es importante, en opinión del experto, preparar una estrategia de contratación que consiga atraer al trabajador más propicio. Es, en definitiva, la guerra por el talento, en un contexto, además, en el que los universitarios cada vez más trabajan por cuenta propia, pero que también están dispuestos, dadas las dificultades, a aceptar empleos a tiempo parcial.
En esta línea, la oferta determinará el tipo de candidatos que la empresa busca y, por tanto, también el perfil de los solicitantes. Por ello, la oferta debe detallar claramente el puesto que se demanda, incluida la duración del empleo. Ahora bien, un proyecto con fecha de caducidad o a tiempo parcial previsiblemente echará atrás a los trabajadores que pretendan una mayor estabilidad, por lo que es importante, igualmente, poner en valor las ventajas que entrañan estos contratos, desde el punto de vista de la flexibilidad laboral y la conciliación de la vida familiar.
Actualidad Laboral / Con información de Yahoo
Javier Mesones