“Siento que me abandonó… Que fue un ingrato…” reiteran muchos líderes de organizaciones que, sorprendidos, observan cómo perdieron un empleado importante de un día para otro , generando además el dolor de cabeza de encontrar un reemplazo lo más rápido posible y tan bueno como el renunciante. Ante esto, la idea de esta columna es mostrarles las principales conductas a tener en cuenta, para prever desbandes y que nos permiten estar atentos, reaccionar a tiempo y en el mejor de los casos, retener a los mejores.
No va a las reuniones fuera del horario de trabajo
De un momento a otro, te das cuenta que el empleado estrella, que siempre participaba de encuentros como asados u otros similares dejó de ir, generando en el resto la pregunta. Aquí hay que estar advertido de posibles excusas plausibles, que nos hacen extraviar y no ver la causa real de inasistencia: su temor a que se le escape su nuevo empleo, en medio de una charla distendida.
Se va apenas da el horario de salida
Misteriosamente y cual ninja que arroja una bomba de humo y se va corriendo, cuando busques un miércoles a tu colaborador preferido media hora después de haber cerrado, caerás en la cuenta que no está. Y que no solamente ese día, sino todos los otros de la semana.
Dice que sí a todo. No critica, ni hace objeciones de nada
Se sabe que las personas con capacidad de lectura de situaciones y altamente analíticas por momentos pueden ser algo oposicionistas, pero siempre desde la construcción. Entonces, el que antes aportaba viendo aristas nuevas, que no se habían tenido en cuenta, de golpe se torna cien por ciento acrítico y voluble a las opiniones ajenas como si hubiese perdido todos sus recursos intelectuales.
Evita el contacto directo con su jefe
Anda como a hurtadillas. Notas que huye cuando te ve. Se mete en su oficina, en el baño o donde sea con tal de no cruzarte, como una clara muestra de su sentimiento de culpabilidad por pensar que, de alguna forma, está por traicionarte.
Se aleja de sus compañeros
Antes hablábamos de las reuniones sociales, ahora nos referimos a esos espacios comunes en la oficina, como la mesa del almuerzo. Resulta que de pronto, prefiere comer en su escritorio o, si va al comedor, lo hace luego de que todos se levantaron amparándose en que, por la urgencia de sus actividades “Se le pasó la hora sin darse cuenta…”
Se pone incómodo si lo ves hablando por teléfono
Tal como cuando uno de los miembros de la pareja le es infiel al otro, y teme ser descubierto hablando por teléfono con el amante, en estos casos de empleados en busca de otras oportunidades laborales, es usual que sean contactados por su nueva empresa, generándoles malestar e incomodidad por no poder cortar la conversación, ni tampoco disimularlo de manera eficiente.
Siempre usa el navegador en modo Incógnito
Todos sabemos que casi ningún empleado utiliza el cien por cien de su tiempo en su ordenador para cuestiones estrictamente ligadas a su tarea. Sin embargo, eso no implica que lo realice bajo el modo de enmascarar sus búsquedas o luego de su sesión, borrar religiosamente todas las páginas que visitó en el día. Esta conducta obedece muchas veces se vincula con contactos con otras empresas que ofrecen empleos o directamente, al intercambio de correos con su nueva organización.
Comienza a enseñar sus tareas a un compañero
Normalmente, acompañando esto con frases como: “Quiero que lo sepas para cuando me vaya de vacaciones” o “Por las dudas, si en algún momento tengo que faltar por algo”.
Pide permisos que antes no pedía
Por ejemplo, llegar una hora más tarde o salir un rato antes, alegando temas familares o trámites imposibles de realizar en otro momento. Como es obvio, este tiempo lo gasta en otras entrevistas de trabajo o incluso en sus exámenes médicos preocupacionales.
Deja de reclamar por su salario o bono
En nuestro ejemplo, hago referencia a ese empleado valioso que siempre abogó por obtener un reconocimiento efectivo, mostrando un real esfuerzo por alcanzarlo. Cuando, de pronto, abandona su hábito de preguntar por el coeficiente a cobrar, o por una mejora en su sueldo, debe ser una señal de alarma.
Nótese que en todos los casos comentados, en ninguno aparece una merma en la performance, errores, omisiones o descuidos que hagan suponer de manera clara la intención de renunciar. Tampoco estos empleados muestran conductas de inasistencias o llegadas tarde al empleo. Eso no está en su ADN y por eso resulta muy difícil anticipar su retiro de la compañía.
Finalmente, y como se sabe, es responsabilidad del líder fidelizar a sus colaboradores valiosos, y eso implica prestar atención a lo que hacen y así evitar sorpresas desagradables.
Actualidad Laboral / Con información de Entrepreneur