11-06-2018
La nueva ministra de Trabajo, Magdalena Valerio, tiene una ingente labor por delante para atajar el problema de la temporalidad. No es solo que España tenga la mayor proporción de trabajadores temporales de la UE. Además, este tipo de contrato sirve muy poco como trampolín para conseguir un puesto fijo. Según la Comisión Europea, en España solo el 8% de los contratos temporales se acaban convirtiendo en indefinidos al cabo de un año. En cambio, en el conjunto de la UE esta conversión ocurre en el 24% de los eventuales. Es decir, un temporal en España tiene casi tres veces más difícil convertirse en fijo. Según cifras de la Seguridad Social, la crisis ha hecho que un temporal tarde ahora unos 7,8 años en lograr el estatus de indefinido.

Muchos expertos consideran el contrato temporal como un paso previo al fijo. El trabajador consigue un primer puesto eventual. Y más adelante, conforme coge experiencia en la empresa, se convierte en indefinido. Ese es el esquema habitual bajo el cual un trabajador se forma y progresa en su carrera. Sin embargo, ese patrón no funciona en España igual que en el resto de Europa. Según cifras de Eurostat y la Comisión Europea, en España solo el 8% de los contratos temporales se termina transformando en indefinidos una vez transcurrido un año. Si se examinan los números solo para mujeres o jóvenes, las tasas de conversión resultan igual de bajas.

Cuando se compara con los promedios de la UE, el contraste parece evidente. Según datos del Ejecutivo comunitario ponderados por el peso de cada país, esa cifra de conversión de eventuales en fijos se eleva en el conjunto de la UE hasta el 24%. Y si se hace la media aritmética a partir de los números nacionales que proporciona Eurostat, la ratio europea de conversión a fijo es del 15%.

En el furgón de cola

La diferencia aumenta cuando se coteja con un país nórdico: un trabajador temporal danés tiene cuatro veces más posibilidades de convertirse en indefinido que uno español. España se sitúa así en el furgón de cola junto a Grecia, Chipre, Polonia, Eslovaquia, Italia o Francia. Solo que el problema se agrava más en el caso español por una circunstancia: la proporción de temporales es más elevada. Al cierre de 2017, la tasa temporalidad se colocó en el 26,8%, la mayor de Europa y 12 puntos más que el promedio comunitario.

“El mayor uso de la temporalidad por encima de la media europea no puede ser atribuido a una diferente estructura sectorial de la economía”, señalan los servicios de la Comisión. “Solo una fracción muy pequeña se explica por un mayor peso de sectores donde el uso de los temporales es más generalizado. La cuota de empleados con contrato temporal es mayor en España que en la UE en todos los sectores, no solo en aquellos con una naturaleza estacional como la agricultura, el turismo y la construcción”, reza el informe anual sobre España.

Según la Comisión, en España existe casi un 30% más de temporalidad en la construcción y en la agricultura que en la media de estos sectores en la UE. En torno a un 15% más en la hostelería, la sanidad y el ocio. Y alrededor de un 10% más en la industria, la educación o los servicios profesionales. Solo la banca presenta una temporalidad cercana a la europea.

¿Y a qué se debe este fenómeno? Un estudio del Banco de España previo a la crisis ya revelaba que era un mal endémico muy anterior. Incluso trabajadores con experiencia y cotizaciones elevadas presentaban un alto porcentaje de temporalidad. Y el origen está en la flexibilización que se hizo del contrato temporal en 1984. El fenómeno se hizo más acuciante durante la burbuja con el tirón de la construcción. “Es una realidad propia de países con mercados laborales rígidos que protegen demasiado el puesto de trabajo en lugar de proteger al trabajador. Y revela tanto un problema de baja calidad de las empresas como de baja formación de los empleados”, explica un alto funcionario experto en esta materia.

Y la crisis puede haberlo empeorado, según explican en un estudio publicado el mes pasado Florentino Felgueroso, José Ignacio García-Pérez, Marcel Jansen y David Troncoso-Ponce. Bajo el título de El incremento de los contratos de corta duración en España, analiza datos de la Seguridad Social hasta 2016, y concluye que el periodo medio para que un temporal se transforme en indefinido ha escalado desde los 56 meses previos a la crisis hasta los 94 meses. Es decir, de 4,6 a 7,8 años. Antes hacían falta de media unos seis contratos para alcanzar la condición de fijo. Ahora, nueve. Si bien estas cifras están condicionadas por recoger seis años de recesión. Según fuentes del Gobierno saliente, en los últimos meses se habría producido una mejora. De hecho, apuntan que la tasa de conversión a indefinidos estaría repuntando del 8% al 12%.

Más cortos en hostelería

En cualquier caso, el estudio señala que cada vez se usan más los contratos inferiores a una semana o un mes. Y destaca la hostelería: en este sector hay unos 1,5 millones de ocupados, unos 150.000 más que antes de la crisis. Sin embargo, el número de contratos firmados al año ha saltado desde los 1,5 millones hasta los 4 millones.

El informe sobre desigualdad del Banco de España abunda en el diagnóstico: las empresas no tocan los salarios por hora. Pero sí que están usando el tiempo de trabajo para ajustar costes laborales. En lugar de pagar menos por hora, ahorran dándoles menos jornadas y más reducidas. Los emplean solo para los meses, semanas o incluso horas que los necesitan, como si fuese un contrato de cero horas igual que el desarrollado en Reino Unido u Holanda. Y esa elevada rotación impide la transición hacia un puesto de trabajo fijo.

“El problema no está en la reforma laboral. No hay que volver a la legislación del siglo XX. Olvidémonos del tipo de contrato. Para responder a esta ingeniería en la contratación hay que proteger al trabajador, no al puesto de trabajo. Lo mejor es que la empresa abone esa protección todos los meses, y que el trabajador la pueda acumular y llevársela consigo como en la mochila austriaca, pudiéndola dedicar al desempleo, la formación o la jubilación”, sostiene el profesor José Ignacio García-Pérez.

Las consecuencias negativas del exceso de eventuales

La temporalidad en España no solo es mayor que en el resto de Europa. También tiene una naturaleza que la hace más lesiva para los trabajadores. Según la Comisión Europea, el temporal en España transita menos hacia el empleo permanente y mucho más hacia el desempleo. Su penalización en el salario por ser eventual es mayor que en la UE y, en consecuencia, arroja mayores niveles de pobreza en el trabajo.

En general, la temporalidad es mala porque la empresa no tiene incentivos para formar al trabajador. Se interrumpe el proceso normal por el que el empleado adquiere experiencia hasta el punto de que puede irse a otra compañía en la que normalmente le mejoran el salario. Sin esa experiencia, el empleado difícilmente mejora su estabilidad laboral y su retribución.

Y la productividad de la economía se resiente porque cuenta con menos mano de obra cualificada. Además, en semejante contexto de condiciones precarias, se posponen decisiones como comprar una vivienda, formar una familia o tener hijos.

Actualidad Laboral / Con información de El País