La pandemia del coronavirus ha traído consigo múltiples cambios económicos, sociales, políticos, culturales, etc. Uno de esos cambios fue, cómo las empresas y trabajadores se tuvieron que adaptar al trabajo en casa por cuenta del aislamiento social; situaciones que han puesto a prueba la forma en la que estábamos acostumbrados a cumplir con nuestras labores. Aunque esta epidemia ha dejado ventajas, por lo menos en el campo laboral, como por ejemplo que las personas ya no tienen que gastar tiempo en transportarse; el cual se considera como un lapso para descansar del trabajo y tener más tiempo en casa con sus familiares. También ha dejado desventajas y es que la mayoría considera, que el teletrabajo se ha convertido en una carga laboral y en una clase de hiperconectividad.


Ahora, la polémica del trabajo remoto se centró en que algunos empleadores han querido recurrir a un método de vigilancia que pasaría la delgada línea: entre supervisar y espiar el trabajo de sus colaboradores; con el objetivo de saber si están conectados a su trabajo todas las horas laborales. Para la doctora Claudia Pagliari, investigadora en salud digital y sociedad en la Universidad de Edimburgo, esta vigilancia se presenta de muchas formas. “Parte de esto es tan simple como ‘registrarse’ o sellar su tarjeta de tiempo de manera digital. Es posible que la persona tenga que hacer su trabajo en la nube, y en este caso el empleador sabe cuándo ha iniciado sesión", señala la experta.


Entretanto, herramientas como Slack y Microsoft Teams informan cuando un empleado está “activo”; y los gerentes suelen utilizar este medio para saber, cuando no se abren las aplicaciones a primera hora de la mañana. Lo que también significaría llegar tarde al trabajo en la presencialidad.


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En el caso de Reino Unido, según reseña el periódico The Guardian, trabajadores han denunciado cómo sus empleadores han incurrido en una supervisión más intensa. Una trabajadora de comunicaciones, que pidió permanecer en el anonimato, dijo que su empleador había comenzado, recientemente, a exigir que todo el personal se uniera a una videoconferencia todas las mañanas, con sus cámaras web encendidas. Se les dijo a los empleados que la medida era para reducir el número de reuniones, pero muchos sienten que su verdadero propósito, es asegurarse de que permanezcan en sus escritorios todo el día.


Por su parte, David Heinemeier Hansson, cofundador de la startup de colaboración Basecamp; que proporciona una plataforma de software para que las empresas coordinen a sus trabajadores remotos, dice que regularmente, tiene que rechazar solicitudes de clientes potenciales para nuevos métodos de espiar a sus empleados. “Hay una demanda deprimente y proviene principalmente de las empresas de dinosaurios, que se han visto obligadas a pasar por covid a distancia”, dice. "Creen que tienen que replicar, o incluso aumentar, lo que hacen en la oficina. Fuimos tan lejos como para decir que nuestra API [interfaz que permite a otros desarrolladores crear adiciones a Basecamp], no se puede utilizar para ninguna forma de vigilancia de empleados”, aseveró Heinemeier Hansson.


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De otro lado, algunos empleadores dicen que la supervisión que han impuesto a los empleados es necesaria por motivos de supervisión o cumplimiento. Pero muchos empleadores, simplemente apuntan a la “optimización de la fuerza laboral”; algo que la experta Pagliari advierte podría tener el efecto contrario al previsto. “Realmente no hay ninguna evidencia de que los trabajadores sean más productivos cuando son monitoreados”, argumenta.




Actualidad Laboral / Con información de Revista Semana