17-01-2018
La economía de Portugal lleva creciendo tres trimestres consecutivos por encima del 2,5% interanual, mientras que la tasa de paro ha caído desde el 17,3% (en el peor momento de la crisis) hasta el 8,5% actual, niveles no vistos desde 2006 y que están por debajo de la media de la Eurozona. La economía de Portugal funciona. Se prevé que termine este año superando el PIB per cápita real (descontando la inflación) de 2007. A pesar de todos estos datos positivos, también hay cuestiones que la economía lusa debe mejorar para lograr que este crecimiento sea sostenible y se prolongue lo máximo posible.
Este crecimiento económico, acompañado de una fuerte creación de empleo, está ayudando a Portugal a equilibrar sus finanzas públicas sin implementar grandes medidas de contención fiscal. Pero también es importante destacar que la deuda pública sigue por encima del 130% del PIB, unos 40 puntos porcentuales más que la media de Eurozona.
El déficit es minúsculo
No obstante, la deuda pública podría comenzar a reducirse pronto, al menos en términos relativos (respecto al PIB). Sin ir más lejos, el Consejo de Finanzas Públicas (CFP) de Portugal, órgano que evalúa la política presupuestaria del país, ha asegurado hoy que el déficit luso de 2017 será inferior al 1,4% del PIB, tal y como había avanzado ya el Gobierno del socialista António Costa.
El CFP apunta, en su estudio sobre la evolución presupuestaria del tercer trimestre del 2017 que los resultados observados entre julio y septiembre, así como la "información más reciente" sobre el último trimestre del año, "permiten anticipar un déficit inferior al 1,4% del PIB".
No obstante, el órgano subraya que ha excluido de sus cálculos "el eventual impacto de la recapitalización de la Caixa Geral de Depósitos (CGD)", que rondó los 5.000 millones de euros y que debe ser incluida en las cuentas de este año. Ya en 2016, el Gobierno portugués cerró las cuentas con el déficit del 2% del PIB, el más bajo desde 1974.
Las cifras del organismo apoyan el optimismo exhibidas hace unas semanas por el primer ministro de Portugal, el socialista António Costa, quien aseguró que las administraciones cerrarán el año con un déficit inferior al 1,3%, también menor al 1,4% previsto por su Gobierno.
También apunta al 1,4% la agencia de calificación financiera Fitch, que reiteró esta previsión hace unas semanas, cuando mejoró la nota de la deuda soberana de Portugal en dos escalones, de "BB+" a "BBB" y la retiró del llamado nivel de 'bono basura', donde la mantenía desde noviembre de 2011.
Desde esta agencia destacan que la economía portuguesa ha experimentado una fuerte recuperación cíclica desde mediados de 2016 y las perspectivas a corto plazo han mejorado de forma considerable.
"Las recapitalización de los dos bancos más grandes y la venta de la mayor parte de Novo Banco a los inversores extranjeros están ayudando a mitigar el impacto de los pasivos contingentes y los riesgos financieros
Un mercado laboral con luces y alguna sombra
Pero más allá del equilibrio fiscal, el dato que más llama la atención es de desempleo. La tasa de paro en Portugal ha pasado del 17% de 2013 hasta el 8,5% actual, una caída de más de ocho puntos porcentuales en cinco años. El paro se encuentra en niveles de 2005.
Además, la tasa de empleo supera el 68,5%, por encima del 66% que presenta la Eurozona de media y muy lejos de las tasas de empleo que presentan los países de la periferia (58% de Italia). Este indicador es más fiable que la tasa de paro porque considera a la vez la población potencialmente activa (entre 15 y 64 años según Eurostat), analizando también la tasa de actividad (que es la población que está dispuesta a trabajar en una economía), y la propia tasa de paro. Este dato demuestra que en Portugal el mercado laboral no tiene apenas holgura.
Por otro lado, los 'sueldos y salarios', como denomina Eurostat a la compensación de los empleados, llevan creciendo a tasas muy superiores a la media de la Eurozona desde 2015, pero sobre todo mucho más rápido que en países como España o Italia, donde los salarios aún se encuentran estancados.
Aunque esta tendencia parece muy positiva, un incremento prolongado de los costes laborales puede acabar minando la competitividad del país si la productividad por hora trabajada no crece al mismo ritmo. Lo cierto es que desde el tercer trimestre de 2016, la productividad real por hora trabajada ha disminuido en cada trimestre, lo que supone una seria amenaza de cara al futuro para la competitividad de las empresas lusas. Por el momento, la balanza cuenta (exportaciones menos importaciones, principalmente) corriente sigue mostrando ligeros superávits.
Actualidad Laboral / Con información de El Economista