La presencia de las mujeres en el mercado laboral -que por cierto se ha desacelerado- no ha significado que su participación fuera menor en el trabajo doméstico y de cuidados no remunerados, o que la de los hombres aumentara, una brecha que se marca con mayor énfasis cuando se observa la inserción de aquellas que tienen hijos y las que no.
De acuerdo con el Panorama Social de América Latina y el Caribe 2023 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) la tasa de participación de las mujeres en hogares con niños es del 61,6%, mientras que las que no tienen se insertan en el mercado laboral en un 73,5%, es decir, un 11,9% más.
José Manuel Salazar-Xirinachs, director ejecutivo de la CEPAL fue enfático en que la distribución desigual del trabajo de cuidados y la falta de sistemas integrales que atiendan a la población dependiente constituyen una de las barreras esenciales para la inclusión laboral de las mujeres en América Latina y el Caribe.
“El aumento en el trabajo de los cuidados asociado a la crianza de niñas y niños recae principalmente sobre las mujeres e impacta negativamente su participación laboral, y definitivamente, esto afecta más a las mujeres más pobres, quienes tienen menores posibilidades de contratar servicios privados que aligeren la carga de trabajo doméstico y de cuido”, señaló el director de la CEPAL.
A esto se le suma el crecimiento de la demanda de cuidados agudizada por el envejecimiento poblacional, los cambios en las tendencias epidemiológicas y los efectos del cambio climático.
Entre los años 2001 y 2019, la tasa de participación de las mujeres en el mercado laboral se incrementó lentamente; sin embargo, en 2020, como consecuencia de la crisis provocada por la pandemia hubo una pérdida masiva de puestos de trabajo que afectó a las mujeres de forma desproporcionada y ocasionó un retroceso de 18 años en el indicador.
Por su parte, indicó el informe, la brecha entre la participación de los hombres y las mujeres sigue siendo amplia, por ejemplo, en 2022, una de cada dos mujeres no participaba en la fuerza laboral, mientras que, entre los hombres, uno de cada cuatro estaba en esa situación, cifras que no han variado significativamente en los últimos 20 años.
Todo esto pese a que las mujeres son las que más estudian. Con datos del 2020 (últimos disponibles para la mayoría de los países) el 67,4% de las mujeres entre 20 y 24 años de 18 naciones de la región contaban con estudios secundarios completos, frente al 60,9% de hombres de la misma edad.
Además, la proporción de mujeres que accede a la enseñanza superior y la culmina ha superado el promedio de los hombres, pero la brecha laboral continua, ya que en 2022 se registraba una diferencia de 23,8 puntos porcentuales entre la tasa de participación de las mujeres y la de los hombres.
La causa a esta situación se vincula con la distribución desigual del trabajo no remunerado.
Mientras que los hombres destinan más de la mitad de su tiempo de trabajo al mercado laboral, las mujeres destinan aproximadamente un tercio y cuando se trata de trabajo no remunerado la proporción se invierte, y las mujeres destinan más de la mitad de su tiempo de trabajo al no remunerado, mientras que en algunos países los hombres ni siquiera llegan a destinar un tercio.
Actualidad Laboral / Con información de Semanario Universidad