Resulta indudable que la irrupción de las nuevas tecnologías en el ámbito laboral tiene múltiples consecuencias y afecta a innumerables aspectos de la forma de vivir y trabajar, por lo tanto, no cabe tratar el fenómeno aisladamente, sino desde una perspectiva global. Aunque muchos efectos aún están sin concretar y no se conoce el verdadero alcance final del proceso de la digitalización de la empresa, la pregunta que debe hacerse desde el ámbito del mercado de trabajo es si dicho proceso es una amenaza o una oportunidad para los protagonistas de la relación laboral.

Internet de las Cosas, Big Data, Inteligencia Artificial, Impresión 3D, Cloud Computing, Realidad Virtual y Aumentada o Robótica son términos que parecen alejados de nuestra vida cotidiana pero que, cada vez más, resultan transversales en casi cualquier actividad económica. La cuarta revolución (tecnológica) se caracteriza por el hecho de que el mundo real se está convirtiendo en un enorme sistema de información. Los robots se vuelven inteligentes y capaces de adaptarse, comunicarse e interactuar, trabajando mano a mano con los seres humanos, su utilización se está ampliando en la producción, la logística y también en la gestión de oficinas. Sus funciones se pueden controlar de forma remota. Si ocurre un problema, el trabajador recibe un mensaje en el teléfono móvil, con un enlace a una cámara web, para que pueda dar instrucciones para que la producción continúe.

No hay duda que parte de los trabajos se perderán a raíz de la sustitución de trabajadores por robots. Lo que estamos viviendo (y aceleradamente viviremos en los próximos años) tiene unos claros efectos disruptivos sobre el empleo, las ocupaciones, las habilidades necesarias para el futuro, la brecha salarial, la desigualdad y la polarización. No obstante algunos estudios reflejan que en los países más avanzados en la digitalización no se presentan tasas de desempleo mayores. Al contrario, se observa una correlación negativa entre digitalización y desempleo (BBVA). ¿Quiere esto decir que no debemos preocuparnos con los efectos de las nuevas tecnologías en el mercado laboral? Evidentemente la repuesta no puede ser afirmativa.

Uno de los retos que se deben afrontar será el de la recualificación profesional de los sujetos afectados para volver a incorporarlos, lo antes posible, al mercado de trabajo. Más ampliamente, incluso, la formación continua a lo largo de la vida y específicamente orientada al manejo de las nuevas tecnologías y la adquisición de las necesarias habilidades para utilizarlas será un objetivo de la formación ligada a la actividad laboral de los trabajadores. Otro reto, sin duda, será el de adaptar el Derecho del Trabajo para garantizar su tradicional función de proteger a los trabajadores frente a los nuevos desafíos laborales, como los que surgen en materia de prevención de riesgos laborales, de protección de los derechos fundamentales, de mantenimiento de las condiciones laborales mínimas, tiempos mínimos de descanso y máximos de trabajo en orden a poder conciliar la vida laboral y familiar o, en fin, de protección de los derechos colectivos y del papel equilibrador de la negociación colectiva. En fin, estamos en el comienzo de una nueva etapa en el ámbito laboral en la que tenemos la obligación de replantearnos la aplicación de las instituciones laborales básicas que venimos conociendo en los últimos años.

Actualidad Laboral / Con información de Expansión / Iñigo Sagardoy de Simón, Abogado / Pilar Nuñez-Cortés Contreras