2020 será para siempre sinónimo del COVID-19 y las crisis sanitarias y económicas que ha provocado, sin mencionar las emergencias climáticas y desajustes políticos en varias partes del mundo.


Sin embargo, incluso asumiendo que conseguimos mantener el virus bajo control, 2021 va a plantear retos únicos para las empresas intentando recuperarse del shock que ha supuesto el COVID-19. ¿Cuáles serán las tendencias de negocios en 2021? ¿Qué habilidades necesitan los directivos para responder a estos retos?


A continuación, los profesores del IESE y otros expertos identifican cinco habilidades directivas esenciales para navegar el 2021.


Empatía


La mayoría de nosotros sabemos que la empatía se reduce a ponerse en la piel de los demás con el fin de entender lo que pueden estar pensando o sintiendo. ¿Es importante en los negocios? La profesora Anneloes Raes cree que sí. “Creo que es algo muy importante en muchas situaciones empresariales, ya sea a la hora de entender a tus clientes, entender a tu equipo, entender a tus socios o entender los mercados”, argumenta la profesora Raes.


La empatía es crucial en tiempos de crisis con tantas personas sufriendo. También es clave a la hora de producir ese tipo de conexiones entre colegas que acaban generando innovación, más necesaria que nunca. Los líderes empáticos saben crear una atmósfera en la cual todos los miembros del equipo – no solamente unos cuantos – aportan ideas. Saben interactuar con los distintos miembros aunque difieran en sus orígenes, su cultura, su personalidad o su generación.


“Nuestro entorno ha cambiado tanto que muchas empresas se encuentran en el proceso de repensar los mismos fundamentos de sus modelos de negocio”, continúa Raes. “Necesitamos mucha innovación. ¿Y qué genera innovación? Las relaciones, el intercambio de información, las conversaciones casuales”.


Flexibilidad


“Tendemos a repetir las cosas que nos han funcionado en el pasado. Pero, sin ninguna duda, el año 2021 no será parecido a nada que hayamos vivido antes”, sentencia la profesora Mireia Las Heras.


Para responder con éxito, los directivos deben demostrar flexibilidad mental, o una predisposición a hacer las cosas de forma distinta, incluso si en el pasado estaban operando con éxito.


Esto puede suponer pedir consejo a gente muy distinta a ti, ya sea por sus orígenes, su conocimiento o sus ideas – igual que lo haría un líder empático. También requiere ser consciente de uno mismo y ser capaz de reconocer que probablemente estés condicionado en tu forma de trabajar: has desarrollado unos hábitos, un conocimiento, unos procesos y una tecnología para hacerlo de la forma en que lo haces.


Agilidad para aprender


De alguna forma, la agilidad para aprender incorpora tanto la empatía como la flexibilidad. “La agilidad para aprender es una mentalidad, pero también una serie de prácticas”, explica Marc Sosna, director ejecutivo de la Learning Innovation Unit del IESE.


“Las empresas tendrán que cambiar sus estrategias, sus modelos de negocio, y tener en cuenta muchas más tendencias y factores externos que nunca”, advierte Sosna. “La agilidad para aprender será un aspecto crucial para tener éxito en este contexto”.


Sosna identifica los distintos elementos que generan agilidad a la hora de aprender:




  • Agilidad mental, o tu apertura de mente a otras perspectivas y a la complejidad.

  • Agilidad para la gestión de personas, o tu capacidad para trabajar con distintas personas y stakeholders.

  • Agilidad resolutiva, o tu capacidad para producir resultados la primera vez que te encuentras en una situación determinada o en medio de una crisis.

  • Agilidad para el cambio, que se define según la rapidez a la que te adaptas a situaciones cambiantes.

  • Consciencia de uno mismo, o ser consciente de tus fortalezas y debilidades y entender a qué tipo de experiencias y aprendizajes deberías exponerte para crecer.


Toma de decisiones basada en datos


Asumiendo que el 2021 y los años venideros requerirán intensos procesos de toma de decisiones, es esencial saber cómo utilizar los datos para mejorar estos procesos.


“La ventaja principal de tomar decisiones basándote en datos es que elimina y reduce la importancia o el efecto del sesgo y las emociones humanas en el proceso”.


Para un directivo, el proceso empieza identificando los datos que se necesitan y asegurándose que son de confianza y se están recopilando de forma sistemática. Esto requiere saber qué información se puede obtener a través de los datos cuál no, así como identificar claramente con qué propósito se recopilan los datos.


Seguir estas medidas más objetivas, en vez de depender de la intuición o las emociones humanas, puede acabar produciendo mejores decisiones. Pero no solamente se trata de reconocer patrones del pasado y tomar decisiones basados en éstos. También puedes usar datos sobre el futuro, utilizando el A/B testing y la experimentación para comprobar qué es más efectivo.


Reajuste presupuestario


Para el profesor Edi Soler, los requisitos de mayor flexibilidad tras el COVID-19 van más allá de permitir a los empleados trabajar desde casa o incorporar más elementos digitales.


“Vamos a necesitar más flexibilidad en todas las áreas de la empresa”, reflexiona Soler, incluyendo los recursos. “Creo que tendremos que empezar a acostumbrarnos al concepto de frugalidad, que se resume en utilizar tus recursos de la forma más eficiente posible. Se trata de hacer más y mejor con menos recursos”.


Esto se traduce en enfocar los presupuestos de una forma totalmente nueva. Hasta ahora, han tendido a replicarse cada año, con ajustes mínimos, en ciclos de 12 meses. “Sugiero que las empresas comiencen a examinar al detalle sus costes y sus recursos y simplemente empiecen de cero. Borrón y cuenta nueva”, insiste Soler.


Además, las empresas deberían tener presupuestos continuos (Rolling budgets) que se vayan reajustando a lo largo del año. Las previsiones en las que se basan los presupuestos también deberían ajustarse según la realidad cambiante, concluye Soler.


Actualidad Laboral / Con información de iese.edu