La mexicana María Abeja tiene un calendario en el que recoge sus horas de trabajo. Es importante porque sus semanas nunca son iguales. Ella se dedica a limpiar casas y a algunas va cada semana, a otras cada dos y en ocasiones a algunas mensualmente. Desde el 6 de marzo, y de acuerdo a ese calendario, esta mujer de 60 años que vive en Staten Island no va ninguna. Su calendario está vacío desde esa fecha. “Desde que empezó el brote [de coronavirus] hemos perdido los trabajos, poco a poco se fueron cancelando por el encierro”, dice Abeja. Desde algunas casas se le dijo que no volviera, por el momento, al trabajo con mensajes de texto. Desde otras la llamaron pero con el mismo mensaje.


Según la National Domestic Workers Alliance (NDWA), algo más de la mitad (52%) de los trabajadores domésticos, no tenían trabajo la semana del 30 de marzo; y la siguiente semana, el 68% estaba en la misma situación, en un país en el que estados como Nueva York y California estaban bajo órdenes de confinamiento doméstico, para detener el avance de los contagios del coronavirus. El 91.5% de las personas que trabajan en casas limpiando, cuidando niños o a personas mayores o impedidas (home care) son mujeres y muchas responden al mismo perfil que Abeja; ya que el 29%, según cifras del Censo usadas por el Economic Policy Institute (EPI), en son hispanas.


En las labores de limpieza, el 61.5% de las mujeres que hacen estas tareas son hispanas. El 24% de las nannies o cuidadoras de niños también son hispanas. Y ahora, su situación laboral y económica está más comprometida que nunca porque sin labor no suele haber ingresos pues, no tienen un sueldo fijo sino un salario por tareas. De acuerdo con la encuesta de la NDWA, el 66% no sabe si sus empleadores les mantendrán el puesto tras la pandemia. Muchas familias que usan sus servicios están también sufriendo el desempleo y la incertidumbre sobre cuántos meses estarán desempleados.


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La economista Julia Wolfe del EPI explica que esta caída drástica del empleo representa “una pérdida, significativa, de ingresos para estos trabajadores y sus familias”. Wolfe recuerda que en el caso de los que no son ciudadanos y además están indocumentados, que son muy buena parte de quienes se dedican a la limpieza; “son particularmente vulnerables y no califican para los beneficios del desempleo – la primera forma de reemplazar el ingreso que se pierde debido al coronavirus–, incluso bajo el recién aprobado CARES Act”.


CARES Act es la legislación con la que desde Washington se intenta apuntalar la economía con inyecciones de liquidez, mejoras en las pagas de desempleo y una paga de $1,200 para contribuyentes (con número de seguro social válido) con determinados ingresos. No solo estas trabajadoras están fuera de estas medidas de ayuda sino que además de no tener las protecciones básicas laborales, incluidas las garantizadas por OSHA o la licencia médica familiar, que son importantes en estos momentos de pandemia. En el estado de Nueva York hay más protecciones y derechos, incluso para indocumentados, pero no el derecho a recibir el seguro de desempleo.


Abeja ha dejado de percibir los  $60 o $70 diarios que suele recibir. El coronavirus, el distanciamiento y el confinamiento han acabado con sus ingresos. “No me paga ninguna. Tengo una relación bonita con ellas [sus patronas] pero ¿pagarme por no hacer nada?, no. Una señora me dijo que iba a mandar dinero pero no me pareció bien aceptarlo, porque ellos están también con un momento difícil con un enfermo en casa”. Dice Abeja, con una serenidad que desentona, con un momento en el que se ha disparado la ansiedad entre todos los que perciben un salario por su labor.


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Por ahora, Abeja está ocupando su tiempo cosiendo tapabocas. En su casa viven ella, su esposo, el hijo de estos y su esposa e hija, de poco más de dos años, y a la que se oye hablar durante la conversación telefónica. Dice que van sobrellevando la situación con los ahorros y que el primero de abril, tuvo para pagar la renta de $1,800 pero no sabe cuánto más podrán. Estoy informada de mis derechos, sé que no me van a echar a la calle pero estoy asustada.


Esta mexicana trabaja de cerca con otras compañeras cuya labor centraliza la organización La Colmena en Stanton Island. Se trata de una organización que ayuda a los jornaleros del área y da apoyo a las personas que hacen limpiezas. Dice que ninguna está trabajando ni cobrando, y que tiene una compañera que cuida de dos niños pequeños en Manhattan que fue despedida y ya no se la espera. Para las nannies es también un momento malo.


María no quiere dejar la conversación telefónica sin insistir sobre una cosa que sí le enfada. Aunque deja claro que entiende que estos son malos momentos, pero lamenta que los inmigrantes que han pagado impuestos no tengan derecho a nada de lo aprobado en el CARES Act. “Hay gente que quiere hacer las cosas bien y con mucho sacrificio. Ahora no tienen nada. Es una injusticia”.


Actualidad Laboral / Con información de El Diario Nueva York - Ana B. Nieto