Desde que OpenAI lanzó ChatGPT en noviembre del año pasado, los empleados en EEUU han reaccionado de formas distintas. Algunos se han opuesto al uso de estas herramientas, preocupados por su seguridad laboral. Otros están esperando a que sus compañías les formen en el uso de esta nueva tecnología.


Luego están los trabajadores dispuestos adoptar la IA, que la utilizan discretamente para hacer su trabajo más rápido y de forma más eficiente, aunque eso implique infringir la política de su empresa. Es el movimiento CheatGPT —cheat es trampa en inglés—. Un movimiento que da una ventaja oculta a los empleados dispuestos a saltarse las normas frente a los más escépticos.


Quienes usan la IA en secreto en el trabajo —los expertos también los han bautizado como empleados IT en la sombra— pueden ser legión. En enero, antes de que apareciesen competidores de ChatGPT, dos tercios de los usuarios del chatbot reconocieron que usaban la herramienta a escondidas en una encuesta que realizó la red social profesional, Fishbowl.


No sorprende, dado el poder que la IA demuestra tener para impulsar la productividad. Un estudio reveló que la herramienta aumenta un 56% la rapidez con la que los programadores pican código. Otro señaló que los redactores son un 37% más rápidos si son asistidos para la IA. En muchos casos, quienes usan esta tecnología obtienen una ventaja inmediata en su puesto.


"Décadas de estudios sobre innovación en roles tan dispares como fontaneros, bibliotecarios o cirujanos, revelan que, cuando se le da acceso a los profesionales a herramientas de uso general, estos siempre encuentran la forma de usarlas para hacer su trabajo más fácil y mejor", observó recientemente un profesor de la Wharton School que estudia sobre IA, Ethan Mollick.


"Pero con tecnologías como ChatGPT los empleados no están informando a sus empresas de sus hallazgos. En su lugar, se han convertido en cíborgs, humanos mejorados por la tecnología que se guardan su secreto".


Esta carrera de los trabajadores por usar la IA —aunque sea a escondidas— es lo contrario a lo que habitualmente sucede cuando aparece una nueva tecnología en los centros de trabajo. Cuando una empresa implanta un nuevo software, son los departamentos de Recursos Humanos o Tecnología los que suelen estar meses insistiendo a todo el mundo en que la use.


En esos muchos casos, los trabajadores acatan, pero a regañadientes. En esta ocasión, son los empleados quienes se están apresurando en usar la IA antes de que sus jefes estén listos para abrazarla. ¿A qué se debe este cambio?


A los empresarios les interesa mucho tener trabajadores más productivos. Pero dados los riesgos que puede conllevar la IA, la mayoría de empresas siguen reacias a dar luz verde al uso de estas herramientas. Algunas temen que estas herramientas accedan a la información confidencial de sus clientes, que deben proteger legalmente.


Para otras empresas, el problema está en que los empleados compartan sin darse cuenta secretos comerciales en los prompts —encargos y órdenes que se trasladan a una IA generativa—, o que confíen en respuestas de un chatbot que también puede equivocarse. Una reciente encuesta de Gartner reveló que el 14% de las empresas ya habrían vetado el uso de estos chatbots.


"Muchas están intentando averiguar qué hacer", explica Ezer Rizaoglu, analista en Gartner. "Lo comparo un poco con el COVID-19, cuando nadie tenía un manual sobre cómo proceder y todo el mundo intentó descubrirlo sobre la marcha". En esa encuesta, el 35% de las empresas decían que aun no habían decidido sus política sobre IA. El 18%, que no planeaba lanzar ninguna al respecto.


Las dudas sobre la IA están muy extendidas. "Muchas empresas nos llaman", reconoce Alex Alonso, directivo en SHRM, una asociación de profesionales de Recursos Humanos. "Recibimos alrededor de 30 o 50 llamadas a la semana sobre el tema: ¿qué hago con la IA? Y más concretamente: ¿Cómo trato a la gente que quiere usarla aunque todavía no tengamos una política sobre esto?".


Los empleados, por su parte, no están esperando a que sus jefes se pongan al día. Muchos usan la IA para agilizar sus tareas y cerrar pronto. Un ingeniero de software que trabaja en uno de los mayores minoristas de EEUU descubrió que ChatGPT le podía ahorrar hasta 15 horas a la semana programando.


En lugar de aprovechar ese tiempo extra para adelantar más trabajo, lo ha invertido en seguir un curso que está haciendo por su cuenta.


"Teletrabajo", explica. "No pueden saber cuándo estoy trabajando y cuándo no. Uso ChatGPT para resolver algunas tareas en un par de horas y a veces me tomo el resto del día libre sin que lo sepan".


Otros profesionales han encontrado en la IA una suerte de mentor secreto. Otro ingeniero de software que acaba de comenzar su carrera suele recurrir a una compañera cuando tiene dudas. Hace unos meses le surgió una, pero su compañera no estaba disponible. Pidió ayuda a ChatGPT... et voilà. "Me dio un código alucinante". "Vi que tenía sentido. Que solo tenía que rellenar los huecos".


Él no sabe si a su empresa le parece bien que use ChatGPT, ya que todavía no ha publicado ninguna recomendación sobre su uso. Tampoco va a preguntar. Sigue recurriendo al chatbot y a veces se ha llegado a ahorrar un día entero de trabajo. Como hace más cosas, afronta con menos ansiedad las reuniones semanales con los jefes, que ignoran a qué se debe su nueva productividad.


Hace unas semanas, decidió ser honesto con su compañera. Lo hizo nervioso. "No estaba seguro de lo que diría". "Cuando se lo dije, ella lo vio gracioso y admitió que también lo usa. Creo que lo que realmente no se dice es que todo el mundo lo está usando".


El secreto sobre la IA es mucho más fácil de mantener gracias al teletrabajo. Incluso en las oficinas, lo único que necesitan los trabajadores es abrir ChatGPT o Bing en sus móviles, igual que hacen con las redes sociales en caso de que en la oficina se prohíba el acceso a esas plataformas. Las empresas pueden prohibir la IA de la forma que quieran, pero no hay forma humana de que puedan detenerla.


Si eres alguien que todavía no está usando la IA en el trabajo, todo esto te puede parecer injusto. Pero es sencillamente la realidad que sucede en muchos centros de trabajo. El fracaso de muchas compañías a la hora de adaptarse a esta repentina fiebre por herramientas IA está creando una suerte de desigualdad.


Quienes las usan están obteniendo una ventaja cuantificable sobre quienes no. Son capaces de hacer más trabajo y de hacerlo mejor, poniéndoles en el disparadero para aumentos y ascensos que podrían haber sido para otras personas. O simplemente la están usando para trabajar menos que sus compañeros.


"Supongamos que las IA generativas fueran lo suficientemente buenas como para sustituirte como periodista", apuntaba hace unos meses Mollick, el profesor de Wharton. "Va a pasar mucho tiempo antes de que Business Insider y sus jefes sean capaces de descubrir cómo aprovechaste esta tecnología de forma útil".


"Por eso ahora es el momento de que tú, programador, o tú, redactor, hagas 10 veces más trabajo en secreto que los demás, porque tu empresa no se ha puesto al día".


No tiene por qué ser así. Adoptando la IA, las empresas pueden incentivar la igualdad de oportunidades para todos sus empleados. También pueden aprovechar las ventajas de productividad que están descubriendo ahora los empleados en secreto, y extender esas prácticas a equipos y departamentos enteros.


Pero para lograr eso, primero es esencial que los empleados no se guarden para sí estos secretos. Eso implica que los directivos encuentren formas creativas de incentivar y recompensar a los empleados que encuentren buenos casos de uso para estos chatbots. "Piensa en premios en metálico que cubran el sueldo de un año entero", sugiere Mollick.


"O ascenso. Oficinas cerca de casa. La posibilidad de teletrabajar para siempre". "Son pequeños precios a pagar a cambio de una innovación verdaderamente rompedora: una innovación con enormes y probables beneficios sobre la productividad", enfatiza.


No tiene sentido que las empresas eviten usar una tecnología que muchos de sus trabajadores están deseando aprovechar y que les hace más eficientes y productivos. Dentro de poco, las empresas más inteligentes no prohibirán el uso de la IA generativa: lo celebrarán y lo promoverán.


De hecho, trabajadores que usan la IA no solo están obteniendo una ventaja en sus puestos. Están mejorando sus CV de cara a futuros empleos. Las empresas más escépticas con la IA acabarán aceptando que sus empleados usen herramientas como ChatGPT. Entonces, querrán contratar activamente a trabajadores que ya tengan conocimientos sobre el tema.


"Cuando las empresas se sientan seguras utilizando estas tecnologías empezarán a buscar personas que ya estén formadas en ella". "Entonces empezaremos a ver en LinkedIn que los solicitantes a un puesto deberán tener conocimientos en ingeniería de prompts". Tarde o temprano, el uso de chatbots en el trabajo no será un dilema como usar la IA y mentir. Será usar la IA o morir.


Actualidad Laboral / Con información de Business Insider