El 'pequeño' país que estuvo a punto de hacer saltar al euro por los aires se ha convertido ahora en una de las estrellas económicas del club monetario. Grecia se encuentra hoy en los puestos de cabeza de crecimiento económico, de reducción de deuda pública, de descenso del desempleo y, además, ha pasado a ser una de las economías más alabadas por los analistas.


Aunque muchos de sus indicadores siguen presentando unos ratios y datos preocupantes, la situación es muy diferente a la de hace tan solo 10 años. Hoy, la economía griega está en buenas condiciones para lograr un crecimiento superior al de la zona euro en el futuro. Así es la historia reciente del país que vio nacer la cultura occidental y que ahora está liderando el resurgir de la economía de la periferia europea.


El producto interior bruto (PIB) de Grecia creció un 2% de media anual en 2023 y un 0,7% trimestral en el primer trimestre de 2024 (además, la Comisión Europea prevé que la economía de Grecia acelere en 2024 y 2025), impulsado por el consumo privado y la inversión. Las presiones inflacionistas se han atenuado y han alimentado las ganancias de poder adquisitivo que, con el aumento del empleo, apoyan el consumo privado, cuyo peso en el PIB alcanzó un nuevo récord en el primer cuarto de este año (un 76,9%). El empleo aumentó en abril hasta los 4.300.000, por primera vez desde septiembre de 2009, y la tasa de desempleo volvió a bajar al 10,8%.


Al mismo tiempo, la recuperación continua de las cuentas públicas en 2023 ofrece márgenes presupuestarios al gobierno de centroderecha, cuyo principal objetivo sigue siendo, en este momento, reducir el endeudamiento del país.


El gobierno del actual primer ministro Kyriakos Mitsotakis, de Nueva Democracia, la tradicional formación de centro-derecha en Grecia que revalidó su éxito electoral en las generales de 2023, se ha fijado el objetivo de generar un superávit primario del 2,1% del PIB en 2024 y 2025, lo que parece alcanzable dados los buenos resultados registrados en 2023, incluso si la desaceleración de la inflación frenará los ingresos fiscales: el superávit primario alcanzó el 1,9% del PIB (frente al 0% en 2022), mientras que el déficit presupuestario se redujo al -1,6% (tras el -2,5% en 2022).


Asimismo, el ratio de deuda pública disminuyó en nueve puntos del PIB hasta el 159% en el primer trimestre de 2024 y se espera que vuelva a caer significativamente en los próximos trimestres (llegó a superar el 200% del PIB en 2021). El diferencial contenido entre los tipos de los bonos griegos y el bund alemán, a pesar de la volatilidad del mercado tras las elecciones europeas y la disolución de la Asamblea Nacional en Francia, es una indicación bastante clara de que la prima de riesgo asociada a la deuda pública griega ha disminuido.


Este año también se espera que los precios inmobiliarios superen su máximo de 2008. Este ya es el caso de la capital griega, Atenas, donde los precios han superado este nivel en el primer trimestre de 2024. El índice nacional sigue siendo un 3,5% más bajo, pero con un crecimiento de los precios en el país todavía muy fuerte (+10,8% interanual en el primer trimestre), también se espera que alcance niveles récord a finales de año.


Para entender el mérito de la economía griega conviene remontarse a 15 años atrás. Entre 2008 y 2015 Grecia atravesó una de las peores crisis económicas de su historia moderna, una recesión que puso en jaque al euro y desató una ola de problemas socioeconómicos. La crisis se originó en un alarmante aumento desmedido de la deuda pública, una situación que reveló la insostenibilidad de las finanzas griegas y provocó la pérdida de confianza de los mercados internacionales.


Ulises y la Odisea


"Nos gusta pensar en el viaje del país como en una Odisea moderna. Como Ulises tras la guerra de Troya, Grecia vagó, en este caso durante diez años tras la crisis financiera mundial. Ambos se enfrentaron a muchos peligros, pero su perseverancia les permitió prevalecer, con el apoyo de fuerzas externas", simboliza Jeremie Peloso, analista de BCA Research.


Las causas del desastre económico fueron múltiples: desde la excesiva dependencia del endeudamiento externo hasta la falta de competitividad de la economía griega, pasando por la evasión fiscal generalizada y la corrupción. Ante la presión internacional, el gobierno griego solicitó en 2010 un rescate financiero a la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Este rescate, que sumó más de 240.000 millones de euros en tres programas, vino acompañado de severas medidas de austeridad que incluían recortes salariales, aumentos de impuestos y una profunda reforma del sector público.


El impacto económico y social de estas políticas fue devastador. Entre 2008 y 2013, el PIB griego se contrajo en más de un 25%, marcando una de las recesiones más profundas de la historia reciente de Europa. El desempleo se disparó, alcanzando un pico del 27,5% en 2013, con tasas de paro juvenil superiores al 60%. La pobreza y la desigualdad se agravaron significativamente, afectando a una gran parte de la población.


La crisis griega también tuvo profundas implicaciones políticas y sociales. La confianza en las instituciones y en el proyecto europeo se erosionó de forma grave, y surgieron movimientos políticos de corte radical, tanto de izquierda como de derecha. Aunque la economía ha disfrutado de una estabilización gradual desde 2014, la verdadera resurrección no ha comenzado a vislumbrarse hasta los últimos años.


Los costes de financiación se han desplomado por debajo de los de Italia (un país mucho más rico en términos de renta per cápita e históricamente más respetado en los mercados), y los bancos rescatados (con dinero público) durante la crisis van a ser privatizados poco a poco, una medida que algunos de los mayores inversores del país ven como la última señal de la vuelta normalidad.


"El hecho de que (la participación del Estado) haya quedado fuera de juego es un hito", aseguraba Wim-Hein Pals, de la gestora de activos Robeco, que recientemente compró acciones de bancos griegos, en un reportaje publicado por Reuters. "La economía griega está en buenas condiciones para beneficiarse de un mayor crecimiento en el futuro".


Las recientes tres grandes 'pruebas'


Peloso destaca esta resurrección digna de la mitología griega pese a las tres grandes pruebas que ha tenido que sortear la economía helena en los últimos tiempos: una pandemia que hundió a su vital turismo, una crisis energética que ha golpeado con fuerza a toda Europa y unas subidas de tipos de interés por parte del Banco Central Europeo (BCE) que han asfixiado a muchos deudores.


"Estas crisis no han postrado a Grecia, que ya estaba acostumbrada a un estilo de vida espartano. El covid asestó un duro golpe a la economía griega debido a la pérdida del turismo. Normalmente, el número de visitantes cada año supera a la población griega, pero se redujo a 5,8 millones a principios de 2021. Sin embargo, las medidas de apoyo relacionadas lo compensaron: entre 2020 y 2022, ascendieron a 40.000 millones de euros, es decir, el 8% del PIB", escribe el experto, que destaca la importancia de los fondos europeos: "La inversión pública de Grecia ha dependido en gran medida de los fondos de la UE. Desde 2021, Grecia ha recibido 27.000 millones de euros entre los fondos estructurales de la UE, los subsidios a los agricultores y los fondos Next Generation. Entre 2021 y 2027, Grecia tiene derecho a recibir fondos de la UE por un valor del 19% de su PIB, la proporción más alta de toda Europa".


Para cuando comenzó la crisis energética, el turismo ya se había recuperado. "Grecia manejó la crisis energética relativamente bien, considerando el hecho de que importaba el 30% de su petróleo y el 10% de su gas natural de Rusia y el hecho de que los precios mayoristas de la electricidad ya eran elevados en relación con el resto de Europa. En este aspecto, también se benefició el sector naviero. La rápida transición del gas natural ruso al gas natural licuado impulsó a los navieros griegos, ya que controlaban entre el 20% y el 30% de la flota mundial de graneleros y buques metaneros y petroleros", expone Peloso.


El ciclo de ajuste del BCE, destaca también analista, ha tenido un impacto moderado en la economía griega, especialmente en relación con las preocupaciones de los inversores: "Al igual que las de sus vecinos de la periferia de Europa, la economía griega es mucho menos sensible a tipos de interés más altas de lo que solía ser".


Por último, subraya Peloso, la agenda pro-empresarial del primer ministro Mitsotakis ha permitido a Grecia atraer inversiones internacionales. Las Inversiones Extranjeras Directas aumentaron en 2021 y 2022 un 286% y un 164% en comparación con el promedio entre 2002-2012 y 2013-2020.


El cambio de tendencia en Grecia, cuya crisis de deuda amenazó con provocar la desaparición de toda la zona del euro, es evidente, al menos en el papel, aseguran los analistas consultados por Reuters. Ahora el país se enfrenta a un problema diferente: el estancamiento de los gigantes (Francia y Alemania) de la zona del euro que fueron los que impusieron reformas y recortes draconianos a su economía."Si bien esto (factores como la subida de los precios del inmobiliario) no está exento de riesgos, ya que agrava los problemas de accesibilidad a la vivienda, ilustra la fase reflacionaria que atraviesa actualmente el país. Además, como la economía griega salió muy tarde de la crisis de deuda europea (2016), se encuentra en un ciclo económico menos avanzado que la mayoría de los demás países de la eurozona y, por lo tanto, se beneficia de un mayor margen de crecimiento", abrocha Guillaume Derrien, economista de BNP Paribas.


Actualidad Laboral / Con información de El Economista