Para tomar una buena decisión, debe tener dos cosas claras: cómo las diferentes opciones cambian la probabilidad de los diferentes resultados y cómo de deseable es cada uno de los resultados. En otras palabras, como han escrito Ajay Agrawal, Joshua Gans y Avi Goldfarb la toma de decisiones requiere predicción y juicio.

No obstante, ¿cómo puede mejorar en cualquiera de las dos? Hemos publicado volúmenes sobre este tema (estos son algunos de mis favoritos) y hemos visto que hay tres reglas que destacan. Seguirlas mejorará su capacidad para predecir los efectos de sus elecciones y evaluar cómo de deseables son.

Regla número uno: esté menos seguro de sí mismo

El psicólogo ganador del premio Nobel, Daniel Kahneman, comentó que el exceso de confianza sería el prejuicio que eliminaría primero si tuviera una varita mágica. Es algo omnipresente, particularmente entre los hombres, los ricos y los expertos. No obstante, el exceso de confianza no es un fenómeno universal. Depende de factores que incluyen la cultura y la personalidad, pero es muy probable que tenga más confianza en cada paso del proceso de toma de decisiones de la que debería tener.

Por lo que la primera regla de la toma de decisiones es, simplemente, estar menos seguro de todo. ¿Piensa que la elección A llevará al resultado B? Puede que sea un poco menos probable de lo que cree. ¿Piensa que el resultado B es preferible al resultado C? Probablemente también lo tenga muy claro.

Una vez que acepte que tiene un exceso de confianza, puede revisar la lógica de su decisión. ¿Qué otros elementos valoraría si estuviera menos seguro de que A causará B o que B es preferible a C? ¿Se ha preparado para un resultado dramáticamente diferente al esperado?

También puede practicar alinear su nivel de confianza con la posibilidad de que esté en lo cierto. Pruebe de contestar cuestionarios como este o este. Se dará cuenta de que, aunque no siempre es posible estar en lo cierto, es totalmente posible confiar menos en usted mismo.

Regla número dos: pregunte "¿con qué frecuencia suele pasar?"

Kahneman narra la historia de una época en la que colaboraba en un libro de texto y pidió a sus coautores que estimaran la fecha en la que completarían su primer borrador. Todos, incluido Kahneman, contestaron que tardarían entre 18 meses y dos años y medio. Más tarde, le preguntó a uno de esos coautores, que había estado involucrado en innumerables proyectos de libros de texto, cuánto tiempo llevaba normalmente. De hecho, el colaborador respondió que el 40% de los grupos nunca terminaron el libro y que no podía pensar en un proyecto que hubiera terminado en menos de siete años. Este era un libro de texto sobre la racionalidad y el coautor había respondido sin pensar en casos anteriores. El error de esa persona, y el punto de la historia de Kahneman, es que deberían haber pensado en cuánto tiempo suelen durar los proyectos similares.

La investigación sugiere que, en general, el mejor punto de partida para las predicciones -una información clave en la toma de decisiones- es preguntar: "¿Con qué frecuencia suele pasar?". Si está considerando financiar una start-up, podría preguntar: "¿Qué porcentaje de empresas emergentes fallan (o qué porcentaje tiene éxito)?" Si su empresa está considerando una adquisición, debe comenzar preguntando con qué frecuencia las adquisiciones mejoran el valor del o promueven sus objetivos.

Esta regla, conocida como la tasa base, aparece mucho en la investigación sobre la predicción, pero también podría ser útil para el lado del juicio en la toma de decisiones. Si cree que el resultado B es preferible al resultado C, podría preguntar: "¿Con qué frecuencia se ha dado este caso en la Historia?" Por ejemplo, si está pensando en lanzar una empresa y está sopesando la posibilidad de dedicar años a una empresa que no va a tener éxito frente a quedarse en su trabajo actual, puede preguntarse: "¿Con qué frecuencia los emprendedores que fallan terminan deseando haberse quedado en su trabajo anterior?"

La idea tanto de predicción como de juicio es alejarse de la "visión interna", donde los detalles de la decisión abruman su análisis. En cambio, utilice la "vista exterior", donde comienza a analizar casos similares antes de considerar los detalles de su caso individual.

Regla número tres: piense probabilísticamente y aprenda conceptos básico de probabilidad

Las dos primeras reglas se pueden implementar de inmediato mientras que esta última requiere un poco de tiempo, pero vale la pena. La investigación ha demostrado que incluso el entrenamiento relativamente básico en probabilidad hace que las personas acierten más en los pronósticos y los ayuda a evitar ciertos sesgos cognitivos.

Si no se siente cómodo con la estadística, no hay una mejor inversión para mejorar su toma de decisiones que pasar de 30 minutos a una hora aprendiendo acerca del tema. Puede comenzar con la introducción de la Academia Khan sobre el cara o cruz.

Mejorar su capacidad de pensar probabilísticamente le ayudará con las dos primeras reglas. Podrá expresar mejor su incertidumbre y pensar de forma estadística sobre la frecuencia en la que suele pasar. Las tres reglas juntas son más poderosas que cualquiera de ellas por sí solas.

A pesar de que puede comenzar a implementar estas reglas con relativa rapidez, dominarlas requiere práctica. De hecho, después de usarlas por un tiempo, puede estar seguro de su capacidad para tomar decisiones. Los grandes decisores no solo siguen estas reglas cuando enfrentan una elección particularmente difícil, sino que las tienen referencia todo el tiempo. Reconocen que, incluso las decisiones aparentemente fáciles, pueden ser difíciles y que probablemente saben menos de lo que piensan.

Actualidad Laboral / Con información de Harvard Business Review / Walter Frick