En la oficina estás bien: sigues un ritmo adecuado, sacas tu trabajo a tiempo, tus jefes están contentos contigo y el ambiente es… bueno, el ambiente podría mejorar. Sabes lo que ocurre. Lo saben tú y todos tus compañeros. Se trata de la toxicidad, que planea sobre las cabezas de toda la oficina.


Un agente tóxico en la oficina acarrea verdaderos problemas. Propina terribles quebraderos de cabeza que se traducen en un estrés impuesto por un agente externo: el conocido, y tantas veces nombrado últimamente, como estrés de segunda mano. Algo que acaba enrareciendo el ambiente en una oficina.


Detectar lo indetectable


Aunque hablar de este agente externo en tercera persona suele ser lo más común, puede ocurrir que el compañero tóxico seas tú. Puede ser que estés en un proceso de negación al respecto, pero es más que probable que seas tú la manzana podrida del cesto y que todavía no te hayas dado cuenta.


John Boitnott, periodista y consultor digital, ha escrito un artículo en ‘Inc.’ en el que da las claves para descubrir si eres tú la ‘persona non grata’ dentro de tu oficina o departamento. “Antes de rechazar la negación, echa un vistazo a algunos de estos rasgos comunes que suelen tener los empleados tóxicos. Si te recuerdan a alguien que ves cuando te miras en el espejo, hay consejos que puedes seguir para corregir esta situación”, dice Boitnott.


Estas son las tres señales que indican que el problema eres tú:


Todo gira en torno a ti mismo


Todos pasamos por momentos difíciles o fases en las que deseas más atención de lo habitual. La mayoría de los vivos pasamos por una etapa así alguna vez en nuestra vida. Si no lo son varias. Cualquier cambio en negativo en tu vida puede provocarlo.


“Sin importar la situación, estos sentimientos profundos de enojo, depresión o ansiedad pueden manifestarse en algo negativo en el trabajo, como hacer que una conversación sea siempre acerca de ti”, dice Boitnott.


Solución: Debes hacer un esfuerzo por escuchar más y hablar menos. Y fíjate en si sientes un deseo irrefrenable de participar solo para dirigir la conversación hacia ti. Si es así, no cedas. Haz lo contrario y pregúntale a alguien más. Solo haz que una conversación vaya sobre ti “si realmente se trata de ti, o si aportará algo de valor a la discusión. De lo contrario, practica tus habilidades de escucha y ofrece a otra persona el foco de atención por una vez”, aconseja Boitnott.


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Tienes una actitud pasivo-agresiva


Es el exponente más clásico de un comportamiento tóxico. Cuando hablamos de una actitud pasivo agresiva, hablamos de dar cumplidos de mala gana, ignorar a un compañero de trabajo o excluir a propósito a alguien. Un comportamiento en ocasiones muy difícil de detectar, ya que puede ser algo crónico y que tú hayas naturalizado como parte de tu forma de ser.


Solución: “El primer paso es aprender más sobre esto. La agresividad pasiva puede surgir como un mecanismo de defensa. Los empleados tóxicos que usan esta salida tienden a hacerlo cuando se sienten amenazados, celosos o inseguros. No hagas frente a tus sentimientos a través de la agresión hacia los compañeros de trabajo, sácalos de una manera más productiva. Por ejemplo, el ejercicio físico puede liberar la ira y otros sentimientos negativos”, aconseja Boitnott.


Tienes celos


Se trata de uno de los rasgos más comunes que se enfatiza cuando eres uno de los mejores y más valorados en la oficina. Si un compañero de trabajo comienza a llamar la atención, tus celosas tendencias pueden manifestarse de una manera tan contundente que lo haga en forma de presencia tóxica en la oficina. Debes ser consciente de esto: todo es debido a que eres un ser inseguro.


Solución: “Deja de compararte con los demás. Mantén tus propios objetivos internos y enfocados, y te sentirás más seguro incluso cuando alguien más obtenga algo que deseas. Obsesionarse con los logros de otras personas pueden distraerte de tus propios éxitos y metas profesionales. Muestra un apoyo genuino a tus compañeros de trabajo en lugar de rencor”, solicita Boitnott.


Actualidad Laboral / Con información de La Información / Raúl Rustarazo