¿Puede un hospital católico tratar a sus trabajadores católicos de forma distinta que a trabajadores de otro credo o no confesionales? La pregunta podría parecer extraña en muchos países. Pero, en Alemania, país en el que las Iglesias son, después del Estado, los mayores empleadores, la pregunta tiene un papel clave. Tanto, que hasta el Tribunal de Justicia Europeo (TJUE) tuvo que ocuparse de ello.
La sentencia del Tribunal de Justicia Europeo trata sobre un médico jefe de un hospital católico de Düsseldorf, que fue despedido en 2008 después de haberse casado por segunda vez. El médico se había separado de su primera mujer en 2005 y vivía con su nueva pareja. Ahora, los jueces europeos se mostraron contrarios al dictamen del Tribunal Constitucional alemán, que decidió en 2014 dejar esta decisión a criterio del hospital católico.
¿Infracción de la fe?
Como empleador, la archidiócesis de Colonia consideró el comportamiento del médico como una infracción de la fe y la moral católica. De acuerdo al derecho canónico, el matrimonio es indisoluble. Pero según decidieron los jueces europeos, los trabajadores católicos no deberían ser tratados de forma distinta a los demás, porque eso atentaría contra la ley contra la discriminación.
Ahora la sentencia del TJUE podría provocar una revolución en el derecho laboral en Alemania y en las más de 500 clínicas católicas del país. Incluso podría impulsar una reforma del derecho laboral eclesiástico existente, actualmente aplicable a cerca de 1,5 millones de trabajadores de las Iglesias católica y evangélica.
La tercera vía
Hasta ahora, en Alemania rige la llamada tercera vía en la que los trabajadores de instituciones religiosas no solo están sujetos al derecho laboral estatal sino también a las prescripciones eclesiásticas. Entre ellas, el reconocimiento de los deberes de lealtad hacia la Iglesia, así como algunas limitaciones del derecho de huelga o del derecho a participar en las decisiones.
Por lo tanto, empleados de instituciones eclesiásticas, como educadores infantiles, jardineros, músicos o enfermeras, apelaron muchas veces ante los tribunales contra sus despidos. La mayoría de las veces sin éxito, ya que la jurisprudencia daba ciertas libertades a los empleadores eclesiásticos que van más allá de los trabajos por la comunidad y la difusión de la fe.
Ahora el nuevo veredicto de Luxemburgo está enfocado en el principio de igualdad que aún no se había considerado en las disputas laborales eclesiásticas. Para el tribunal, es decisivo el artículo 4, párrafo 1 de la directriz europea 2000/78, que según esta interpretación prohíbe un tratamiento distinto entre médicos católicos y no católicos. En el momento del despido, en el hospital de Dusseldorf trabajaban otros dos médicos jefes que estaban casados por segunda vez y no fueron despedidos. La única –y decisiva -diferencia: no eran católicos.
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