Los expertos en eficiencia actuales suelen señalar que la gente es más productiva cuando su escritorio está despejado y organizado “con un lugar para todo y todo en su lugar”. De hecho, estipulan que hay ocho objetos prohibidos en un escritorio entre los que se encuentran comida, tazas de café vacías, pilas de libros y papeles o el móvil.
Sin embargo, un reciente estudio de la Universidad de Minnesota echa por tierra esa tesis. Y es que no es casualidad que genios como Thomas Edison, Albert Einstein o Steve Jobs tuviesen siempre escritorios desordenados.
En la investigación se comparó cómo a los estudiantes les surgían nuevas ideas estando sentados frente a escritorios ordenados y escritorios desordenados con resultados más positivos para estos últimos.
“Los participantes en el estudio que tenían mesas desordenadas generaron el mismo número de ideas que los de los escritorios ordenados. Sin embargo, sus ideas fueron puntuadas como mucho más interesantes y creativas cuando fueron evaluadas por jueces imparciales”, reza el estudio.
Los beneficios de una mesa de trabajo en la que el orden brilla por su ausencia ya fueron destacados por los autores Eric Abrahamson y David H. Freedman en su libro ‘A Perfect Mess’ (Un perfecto desorden)':
“Que el desorden pueda ser tan útil no sería una noción tan poco intuitiva si no fuera por la inclinación hacia la pulcritud que tenemos programada en nuestro interior. Concretamente, la gente tiende a ignorar el coste de la pulcritud, descartando la posibilidad de que el desorden no puede siempre ser eliminado”, explican.
Actualidad Laboral / Con información de LaInformación