Una empleada aburrida le dice a su jefe que está harta de realizar tareas tediosas.
"Por favor, continúe, necesitamos más datos". Esa es la respuesta fría. Pero no procede de un jefe humano sino de un robot blanco de plástico que está supervisando su trabajo. Con un suspiro, la trabajadora continúa. No se trata de una escena de película B de ciencia ficción, sino un experimento real de la Universidad de Manitoba en Winnipeg, Canadá, en el que los investigadores están intentando entender mejor cómo los humanos podrían interactuar con los robots en el lugar de trabajo. Sus resultados sorprenden. Aunque los participantes, incluyendo la desafortunada empleada con un jefe androide, fueron advertidos de antemano de que podían dejarlo en cualquier momento, muchos obedecieron las órdenes de los robots y continuaron con la tarea tortuosa de cambiar el nombre de cientos de archivos digitales. "Me quedé de piedra" afirma James Young, profesor asociado del departamento de ciencias informáticas de esta Universidad, que observó el experimento desde una sala cercana. "Pensaba: siguen haciéndolo. Levántate y vete. "Si las instrucciones hubieran estado en la pantalla de sus ordenadores, afirma, probablemente los participantes hubieran renunciado o hubieran cuestionado las instrucciones mucho antes. Resulta curiosa la presión social que este robot ejerce sobre la gente", afirma.
Su investigación es parte de un campo en crecimiento conocido como "interacción humano-robot", en el que ingenieros, científicos informáticos, sociólogos, lingüistas y psicólogos estudian cómo las personas y los sistemas robóticos trabajan juntos. Aquí se incluye cómo esto podría afectar a los lugares de trabajo del futuro y se produce ahora que el uso de los robots está aumentando rápidamente. Según la Federación Internacional de Robótica (IFR), en 2015 las empresas invirtieron 11.100 millones de dólares en robots industriales -utilizados en la fabricación de coches, la electrónica y la industria del metal- mientras que las ventas aumentaron un 15% hasta más de 250.000, las cifras anuales más altas hasta la fecha. Las ventas de robots de servicios profesionales -utilizados en agricultura, defensa, medicina y limpieza- aumentaron en un cuarto hasta más de 40.000, con un valor de 4.600 millones de dólares. Los robots humanoides del tipo utilizado en el estudio de la Universidad de Manitoba representan solo una pequeña proporción de las ventas de robots. Pero la IFR espera que aumente el número de "cobots" o sistemas robóticos de peso ligero que trabajan directamente con los humanos. Young afirma que el estudio de su universidad plantea cuestiones sobre cómo la gente interactuará con estas máquinas autónomas en el trabajo.
"Existen muchos trabajos que muestran cómo, cuando el cerebro humano ve algo que se mueve a su alrededor con un poco de inteligencia, la gente le atribuye características semejantes a los humanos", afirma. Young afirma que esto se aplica a robots no humanoides así como a aquellos con características humanas. Teme que una generación futura de empleados confíe más en las máquinas que en su propio juicio, cometiendo errores en el trabajo y desmotivando a la plantilla. "Los empleados deberían recordar que es solo una máquina y que no siempre sabe qué está pasando", afirma. "Deberían preguntárselo y, si no están seguros, hablar con sus jefes humanos.
"Las empresas que contraten a una nueva generación de empleados que trabaje con robots deberían buscar personas dispuestas a enfrentarse a las máquinas. David D'Souza, director del Instituto Certificado de Personal y Desarrollo en Londres, afirma que las empresas también buscarán individuos que muestren flexibilidad y sean positivos. "Sabemos que con el tiempo la tecnología jugará un papel diferente en las carreras profesionales y hay que ser capaz de aprender constantemente nuevas capacidades, adaptarse al entorno y cambiar potencialmente de profesión", afirma.
Sin embargo, las empresas que contraten personal para trabajar junto a robots tendrán que pensar no solo qué quieren de sus empleados sino también cómo pueden protegerles de los inconvenientes del trabajo. Cary Cooper, profesor de psicología y salud organizacional de la Escuela de Negocios Alliance Manchester, muestra su preocupación por aquellos empleados que trabajen con robots y puedan dejar a un lado la interacción social en el trabajo.
"La gente no tendrá cubiertas sus necesidades sociales con los robots", afirma. Añade que con la interacción social limitada, los empleados tendrán probablemente "una menor satisfacción laboral, se aburrirán y enfermarán más". Las empresas deberían diseñar sus sistemas de forma que los trabajadores que estén con robots pasen el mayor tiempo posible con otras personas, afirma. De cómo las empresas y sus empleados adaptarán el uso de la robótica dependerá de varios factores, incluyendo si las máquinas podrían suponer una amenaza para el empleo. Pero Cooper afirma que el primer paso de las empresas en la integración de ambos debería ser reconocer la escala del cambio que representa. "Los equipos de recursos humanos saben cómo gestionar la relación entre las personas, pero la gestión de la relación entre el hombre y la máquina marcará una era diferente".
Actualidad Laboral / Con información de Expansión