Trabajar para un jefe ya no es tan común. Según una encuesta reciente de la firma especializada en contratación y empleo Kelly Services, 31% de los trabajadores estadounidenses se consideran "autónomos".
Estas personas son identificadas como contratistas independientes, autónomos o freelancers, pequeños empresarios, empleados temporales o incluso pluriempleados, todo menos empleados tradicionales, porque no obtienen sus ingresos de un sólo empleador.
La justificación de la mayoría de ellos es no querer estar atado a un sólo jefe. Y el porcentaje más representativo se hizo autónomo por voluntad propia.
Sólo 10% de los encuestados dijo haberse visto obligado a entrar en la actividad profesional independiente debido a las condiciones económicas.
Los trabajadores autónomos reportaron mayores niveles de satisfacción que los empleados tradicionales en lo tocante a su trabajo en general, su equilibrio entre la vida laboral y personal, el desarrollo de habilidades y las oportunidades para avanzar en sus carreras, según el sondeo.
Pero en el tema de la seguridad laboral, las respuestas de ambos tipos de trabajadores reportaron un empate. Un dato e sorprende, pues es sabido cuán incierta puede ser la vida de un profesional independiente, eso revela cómo las inseguridad que hoy perciben los trabajadores tradicionales respecto de sus empleos.
El profesional autónomo está presente en todas las industrias, de acuerdo con la encuesta, aunque tiene mayor presencia en tecnologías de la información, finanzas/contabilidad, ingeniería y educación.
Los jóvenes no son los únicos que incursionan en la actividad profesional independiente. La encuesta muestra que 36% de los ‘baby boomers’ se describieron como trabajadores autónomos en comparación con 26% de los ‘Millennials’.
Las empresas a menudo están ávidas de incorporar a las personas más cualificados y con mayor experiencia para proyectos puntuales, especialmente si están relacionados con las ciencias, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas, apuntó Teresa Carroll, vicepresidente senior de Global Talent Solutions en Kelly Services.
La encuesta fue elaborada en un momento en el Estados Unidos, sus tribunales, el gobierno, los investigadores económicos y los políticos tratan de aclarar las dimensiones reales de esa economía del freelanceo (denominada “gig economy” por tratarse de profesionales que colaboran en una compañía a corto o mediano plazo, por proyecto, sin mediar un contrato permanente), determinar qué ventajas y riesgos tiene para los trabajadores, o si los empleadores sencillamente clasifican de forma incorrecta a los trabajadores como contratistas independientes para ahorrarse dinero y responsabilidades.
El ejemplo más conocido al respecto, es una demanda que acusa a Uber de clasificar incorrectamente a los choferes como contratistas independientes en lugar de empleados, y al hacerlo les paga menos de lo que les corresponde.
En términos generales, a las compañías les resulta más barato contratar a autónomos o contratistas independientes. Los empleadores no tienen que ofrecerles beneficios como seguro de salud, plan de jubilación, pago de horas extras o vacaciones remuneradas.
Tampoco tienen que aportar, en el caso de Estados Unidos, al seguro de desempleo estatal o a los fondos de compensación del trabajador. Ni tienen que pagar como patrón los impuestos sobre nómina o retener impuestos sobre la renta.
Esos son costos que los autónomos deben absorber. A cambio, tienen la libertad de decidir dónde, cuándo, cómo y para quién trabajan, lo que puede ser una gran ventaja, en especial cuando sus habilidades y experiencia son demandadas.
Actualidad Laboral / Con información de CNNExpansión