Varios estudios sugieren que podemos derivar una gran sensación de bienestar del proceso de anticipar activamente unas vacaciones, lo que incluye ver fotos de los lugares que planeamos visitar, leer acerca de una cultura distinta, hacer reservaciones para los restaurantes donde deseamos comer, o tan sólo imaginar cómo vamos a disfrutar el tiempo que pasemos ahí.
Conservar esa sensación placentera al regreso de unas vacaciones espectaculares es más difícil.
Algunos investigadores han encontrado que dicho resplandor, aún si se logra, se desvanece rápidamente. De hecho, un estudio publicado en 2010 en Applied Research in Quality of Life, que encuestó a 1.530 holandeses, subrayó que sólo los viajeros que afirmaron haber tenido un viaje “muy relajado” experimentaron el beneficio de sentirse felices a su regreso. E incluso en ese grupo, la emoción posterior a las vacaciones duró solamente unas dos semanas.
Aún así, no significa que todo esté perdido en cuanto bajamos del avión. Hay varias cosas que podemos hacer antes de viajar y al regresar a casa para que perdure ese estado de ánimo que generan las vacaciones.
Planear. Para garantizar recuerdos felices de nuestras vacaciones, debemos identificar los detalles que pueden salir mal (qué autobús tomar para ir a una ciudad, los horario de los museos). Planear las vacaciones disminuye los niveles de estrés, según las investigaciones de Shawn Achor, fundador de la consultora Good Think y ex catedrático de Harvard y Michelle Gielan, fundadora del Institute for Applied Positive Research. “Las vacaciones mal planeadas y estresantes eliminan los beneficios de ese tiempo libre”, escribió Achor en un blog del Harvard Business Review el año pasado. “Si todo sale bien, nos sentimos más felices y con menos estrés, y así regresamos con más energía al trabajo y nuestra vida cobra más sentido”.
Evocar el pasado. La mayoría de las personas regresan pronto a su nivel habitual de felicidad al terminar las vacaciones. Pero los psicólogos insisten en que recordar un viaje, incluso mucho tiempo después de haber regresado, puede producir un profundo placer. “Pasar las páginas de un álbum de fotos o ver videos viejos (de cuando fuimos al Gran Cañón, de cuando manejamos una motocicleta) nos ayuda a revivir la experiencia”, señala Sonja Lyubomirsky, profesora de sicología en la Universidad de California, Riverside, en su libro “The Myths of Happiness.” Según ella y otros autores, también podemos saborear cada detalle del viaje (el olor a jazmín en el parque, el sonido de la orquesta en el anfiteatro) y compartirlo con otros.
Un retiro. El emperador romano Marco Aurelio, en sus “Meditaciones”, afirma que “no encontraremos un espacio más idílico, un lugar de retiro más sereno, que nuestra propia alma; en especial si dentro de ella el ambiente es tal que la más sutil mirada al interior comunica tranquilidad.”
“Tome estas vacaciones tan a menudo como le guste”, continua, “y así recargue el espíritu.”
La importancia de las vacaciones ha sido explorada en distintos estudios, incluyendo uno publicado en la revista Society and Mental Health en 2013. Este quería determinar si los beneficios de salir de vacaciones (tener más energía, menos problemas de salud, mayor satisfacción en la vida) podían propagarse entre los individuos y así contribuir “más a la salud de la población que a la suma de las beneficios que recibe cada trabajador en particular”. Con datos de una compañía farmacéutica que trabaja con el sistema nacional de salud de Suecia y de fuentes gubernamentales, descubrieron que al aumentar el número de trabajadores que salían a vacaciones, disminuyó el número de personas a quienes se les recetaron antidepresivos. En un mundo ideal, un numeroso segmento de la población debería gozar de días libres al mismo tiempo para producir lo que los investigadores llaman “restauración colectiva”.
Los investigadores también concluyeron que tener unas buenas vacaciones no sólo nos beneficia a nosotros, sino también a quienes nos rodean. Las emociones positivas que traemos al regresar pueden contagiar a nuestros colegas.
Así que tal vez podamos animar a nuestra compañera de trabajo a pegar esas postales en su cubículo, o a usar esa pulsera nueva que compró en Santorini.
Actualidad Laboral / Con información de The New York Times en Español