Las vacaciones ilimitadas para los trabajadores parecían hechas del material de los sueños. Sin embargo, los nuevos métodos de trabajo que triunfan entre las 'startups' o compañías tecnológicas norteamericanas están revolucionando los antiguos conceptos laborales, que han sido sustituidos por otros basados en la confianza y la productividad a través del bienestar del empleado.
La política de conceder días de descanso ilimitados y sin regular ni contabilizar ha sido aplicada de modo pionero en empresas como Netflix, donde se ha consolidado gracias a la obtención de nuevos picos de productividad y creatividad que han esculpido el mejor argumento para acabar con los viejos miedos de los directivos.
En EEUU, otras empresas como Foursquare, Tumblr, Ryan o Quirky han seguido el ejemplo apuntalando una tendencia que ha saltado a primera plana con el anuncio del último empresario que la ha abrazado sin temor. No se trata de un directivo cualquiera: Richard Branson, el rostro multimillonario de Virgin.
Branson ha publicado recientemente un libro y un artículo en su blog donde expone sus motivos para ofrecer vacaciones ilimitadas a sus empleados, a la vez que ensalza el planteamiento vanguardista desarrollado por Netflix en primer lugar.
El directivo del aglomerado empresarial se refiere a este concepto como "la política que no lo es", ya que se basa no solo en la posibilidad de acceder a todos los días de vacaciones que deseen los empleados, sino a que estos no estén regulados, sin solicitudes a superiores ni contabilidad registrada de los días de asueto.
"Tomas el tiempo conforme lo necesitas", expone la portavoz del fabricante de productos Quirky, Tiffany Markofsky, para CNN.
Esta "política de Far West", como la llama el abogado laboralista de Silicon Valley Sheeva Ghassemi-Vanni, se basa en la confianza y en la responsabilidad entre trabajador y empresa, ya que está sujeta a una sola pauta: las vacaciones que se tomen no deben suponer ningún perjuicio a los proyectos en desarrollo en el seno de la compañía ni a sus negocios.
Para que los resultados sean positivos, es imprescindible que la política laboral se sustente, además de en la responsabilidad de los trabajadores, en una suerte de 'buena fe' entre ellos y los directivos de la compañía.
"El empleado tiene la decisión personal de elegir tomar horas, días o semanas libres bajo la asunción de que estarán seguros al 100% de que su equipo está al día con sus proyectos y que su ausencia no perjudicará al negocio", argumenta Richard Branson en su blog. El presidente de Virgin argumenta que hay que enfocar en el trabajo hecho, no en el número de horas o días que se ha trabajado.
Basándose en la flexibilización laboral que ha propiciado la tecnología -y que se ha aplicado, en general, en compañías del sector tecnológico-, rompiendo así los esquemas de horario de oficina y abriendo opciones al trabajo desde casa, por la noche o incluso en fines de semana, Branson explica que, del mismo modo, estas nuevas formas deberían revertir en la organización del tiempo de vacaciones.
A pesar de que algunos responsables de recursos humanos apuntan al doble filo de esta en apariencia política utópica -parte de esas vacaciones no estarían pagadas, algunos trabajadores sentirían miedo a ser mal considerados si piden días libres y no hay una regulación mínima de días de descanso-, la experiencia generalizada en el pequeño grupo de empresas que ya desarrolla este nuevo método es positiva. La portavoz de Quirky asegura que ningún abuso se ha cometido desde su implementación.
Incluso empresas de software como Evernote y FullContact subrayan la importancia de que sus empleados disfruten de vacaciones para mejorar su creatividad y productividad concediéndoles un montante económico anual para que viajen y disfruten de tiempo libre: 1000 dólares y 7.500 dólares al año, respectivamente.
En EEUU, la media de días de vacaciones es de 27 al año, en los que se incluyen dos semanas de vacaciones pagadas, días festivos y por enfermedad.
Con su decisión de implementar las vacaciones ilimitadas, Virgin ha roto el antiguo corsé de las grandes multinacionales, atadas habitualmente a regulaciones clásicas. Y sin embargo, aún está por ver si la quimera con la que muchos sueñan se queda en motivo de envidia a un puñado de trabajadores privilegiados o si la flexibilización laboral se convierte en una realidad con beneficios no solo para las empresas.
Actualidad Laboral / Con información de El Economista