Exagerar tus conocimientos para impresionar a los reclutadores no te servirá de mucho. Hoy las competencias pesan más que los títulos y la tecnología permite comprobar si dices la verdad.
Una de las suposiciones generalizadas de la era de Internet es que, en un mundo conectado en el que se pueden comprobar los hechos con facilidad, no tiene mucho sentido mentir en el currículo, sobre todo en lo que se refiere a los títulos académicos.
Helena Frith Powell, especialista en la contratación de ejecutivos, explica que es cada vez más común encontrar títulos de MBA inventados, puesto que las empresas se interesan por las personas con estos certificados para sus altos cargos: "Sólo se suele requerir un título de MBA para los puestos de banquero de inversiones y de consultor de gestión, pero han aumentado los requisitos mínimos en los sectores de los medios de comunicación y de la tecnología". Lo que más se suele tergiversar son los títulos académicos.
Falsificar las credenciales puede acarrear consecuencias graves. En septiembre, la política alemana Petra Hinz abandonó el puesto que poseía desde 2005 en el Parlamento alemán tras conocerse que no poseía ningún título en Derecho, tal y como reflejó en su currículo.
Julie McCarthy, profesora adjunta de gestión de recursos humanos en la Rotman School of Management de la Universidad de Toronto, opina que ahora hay más candidatos que puestos de trabajo debido a los recortes de las empresas, al aumento de la población y al incremento de los puestos de media jornada: "Los candidatos se ven obligados a causar la mejor impresión. Esperan destacar entre la multitud."
Por su parte, Roger Levy, catedrático emérito del departamento de gestión en la London School of Economics, recuerda que "cada vez son más frecuentes las protestas sobre las exageraciones de los candidatos, porque los currículos se están convirtiendo paulatinamente en biografías", mientras que para Vaughn Tan, profesor adjunto en la UCL School of Management, "los empleadores y las empresas de contratación también son los culpables de que los candidatos mientan o modifiquen la verdad". Añade que "es muy tentador adornar los títulos académicos, porque los empleadores sólo se centran en eso, en lugar de en el resto de habilidades que se necesitan para optar al puesto. No es bueno dar prioridad a la eficiencia en lugar de a la eficacia".
Pero esto está empezando a cambiar. Les Berridge, consultor jefe de la empresa de contratación Networkers International, cree que, sobre todo durante la entrevista, los los empleadores se fijan más ahora en la capacidad del candidato que en los títulos académicos. De este modo, no hay necesidad de mentir sobre los certificados.
Además, resulta más complicado inventarse títulos académicos debido a las rigurosas comprobaciones que realizan los empleadores antes de contratar. Berridge cree que "la mayoría de los empleadores decentes pedirán los certificados. Lo habitual es hacer estas comprobaciones por cuestiones de seguridad y de inmigración. Se debe verificar la identidad de cada persona, algo que no se realizaba cuando empecé a trabajar hace 30 años en este sector."
Actualidad Laboral / Con información de Expansión