Un reporte realizado por Deutesche Welle, cuenta diversos testimonios de venezolanos que abrumados por la crisis social, económica y política del país, huyeron hacia Colombia y recalaron en su capital: Bogotá. En este trabajo destacan las difíciles circunstancias por las que atraviesan estos migrantes.


El jefe de la oficina local de ACNUR,  Jozef Merkx, que llegó hace tres años a Bogotá para cerrar esa instancia y ahora no se da abasto con el trabajo, asegura que  "¡Esta es la mayor crisis de refugiados en la historia de América Latina y es un desafío extremo para Colombia!”.


Merkx trabajó antes en Costa Rica y Ecuador. Conoce la región y describe el dilema de Colombia: "El país tenía gran experiencia en producir refugiados, pero no en acogerlos.” Tras décadas de guerra civil, Colombia tiene la mayor cifra mundial de desplazados internos, con 7,7 millones de personas. "Así que aquí tenemos dos crisis", dice Merkx, "la crisis de refugiados en Venezuela, por un lado, y la crisis colombiana del desplazamiento interno.”


A esto se suman los colombianos que vivieron durante años en Venezuela y ahora están regresando: más de 400.000 personas en los últimos tres años.


Pese a lo complejo de la situación Jarlín Díaz Gómez, comisionada de Integración Social en Bogotá,asegura que "Bogotá tiene tradición de ser una ciudad para todos, una ciudad que siempre recibe a migrantes y personas de todo el mundo”.


Entre los ocho millones de habitantes de Bogotá se cuentan ahora más de 260.000 venezolanos, con tendencia creciente. Casi la mitad de ellos vive ilegalmente en esta ciudad. Acumularon malas experiencias con el Estado en su país, y desconfían. Díaz Gómez intenta disipar sus miedos. Su oficina asesora a unas 70 personas diariamente: "Les explicamos cómo pueden cambiar su estatus de residencia, cómo obtener papeles para trabajar y cómo protegerse contra la explotación".


A menudo, la encargada de integración debe paliar también los temores de los bogotanos. Uno de cada cuatro venezolanos en Colombia vive en la capital. Pero Díaz Gómez, como Merkx, es optimista: "Siempre le digo a la gente que esta crisis también es una oportunidad para Bogotá", dice, "porque, con el cambio demográfico, tenemos pocos jóvenes en la ciudad. Y ahora vienen muchos niños y adolescentes. Tenemos que aprovechar eso".


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