Entre los propósitos de año nuevo quizá sea conveniente incluir algunas fórmulas que pueden cambiar la manera en la que buscas trabajo o cómo te enfrentas a las dificultades –evidentes– de un mercado laboral muy complicado:
1. No te quedes enredado en la burbuja de “reinventarse” a toda costa.
La palabra vale para casi todo y no hay experto, consultor, asesor laboral o reclutador que no la incluya en su vocabulario de consejos o exigencias cuando sugiere un cambio radical para ser efectivo en la búsqueda de empleo o en la transformación completa de la carrera profesional.
En los últimos meses habrás escuchado decenas de veces que debes adaptar tus capacidades a un nuevo escenario laboral; que ha llegado el momento de cambiar totalmente, porque el entorno hace imposible que trabajes en lo que antes trabajabas, en un modelo de compañía que te ofrecía una relación empleado-empleador que toca a su fin.
Es evidente, pero muy difícil de llevar a cabo, que la clave está en pensar a largo plazo, tratando de adelantarse a los cambios. Pero casi nadie puede aconsejarte eficazmente acerca de qué carrera debes estudiar para conseguir un trabajo (que ya no será para toda la vida, y ni siquiera para unos cuantos años), o qué sectores debes escoger para tener futuro. A estas alturas también te habrás dado cuenta de que muchas de las profesiones con éxito del próximo lustro aún no han aparecido.
Algunos te aconsejarán que des un paso atrás para recomenzar en un trabajo menor, con la idea de que esta “reinvención” no tiene por qué ser un fracaso, sino más bien una inversión de futuro que te dará la oportunidad de tomar un camino distinto.
Otros te habrán dicho que “reinventarse” es no centrarse únicamente en la búsqueda de posiciones similares a las que has desarrollado hasta ahora. La estabilidad en el empleo ya no se refiere a mantener el mismo trabajo en el mismo sector y quizá tu única oportunidad sea crear tu propia estabilidad laboral desarrollando un nuevo juego de habilidades “transferibles”. Y habrá quien te asegure que debes cambiar de sector, y decidirte incluso a aprender otra profesión.
La cuestión es si todos estos cambios radicales son realmente posibles y si se puede convencer de tales transformaciones a quien busca trabajo y no lo encuentra o a quien pretende cambiar de empleo porque su sector o su compañía no le ofrecen futuro. Cabe preguntarse si es realista cambiar de carrera, de oficio, de compañía, de sector, o de vida laboral… Si es así, debes estar dispuesto a todo, a aprender, a olvidar del qué dirán, a confiar en ti mismo y en tus propias capacidades, a hacerte valer en un nuevo empleo… Quizá ocasiones como las que vivimos, en las que casi todo anda mal, son el momento adecuado para replantearse si lo que hacemos es lo que de verdad queremos hacer. Recuerda que siempre es posible el cambio –a cualquier edad–, pero no todo el mundo puede hacerlo. Depende del sector en el que hayas trabajado, hacia dónde quieras ir y en qué te quieras convertir.
2. Deja de pensar que será una empresa tradicional la que te contrate y te pague un sueldo.
Piensa que eres un proveedor de servicios. Si buscas empleo hazlo sobre esta base. Todos somos empresarios aunque estemos trabajando por cuenta ajena. El liderazgo personal se percibe como uno de los grandes valores profesionales.
Trabaja tu reputación teniendo en cuenta que la relación entre empleado y empleador ya no es de por vida, y esto transforma la manera en la que entiendes tu carrera o tu profesión. Tendrás que adaptarte a la llegada de nuevos modelos de compromiso, de carrera y de fórmulas de actividad laboral que implican la posibilidad de trabajar por proyectos, o tener en cuenta las posibilidades de empleo independiente. Y de todo esto llega una conclusión final: estás obligado a inventar tu propio trabajo.
3. Si decides crear tu propio empleo, prepárate a fondo y no tengas miedo al fracaso.
Debes enfocarte hacia aquello en lo que eres realmente bueno y has de saber perfectamente dónde te metes. No te empeñes en aquello para lo que no estás dotado, ni te involucres en un negocio que no te gusta y del que no sabes nada.Valora el hecho de que hay una necesidad que tú puedes satisfacer, y si realmente eres el único que puede hacerlo.
Pregúntate si has descubierto tus verdaderas fortalezas y si ese nuevo trabajo, que es tu nuevo negocio, las pone en valor. Debes estar seguro de que tu carrera profesional se desarrollará definitivamente con lo que haces.
Es bueno que sigas tu instinto y no temas a tener ideas, aunque parezcan descabelladas. Eres de los que no buscan las mismas soluciones que el resto. Pero también debes asegurarte de que es posible llevar a la práctica económica tus ideas, y que éstas sean rentables. Comprueba que tu iniciativa tiene el potencial suficiente para transformarse en una gran compañía. Si te decides a crear tu negocio no escojas un mercado demasiado pequeño que te impida crecer.
Ten en cuenta que un inversor se fija en un proyecto que tenga un gran potencial de crecimiento; debe estar en condiciones de competir en un segmento grande, y en tres o cinco años debería multiplicarse por diez. No te alegres demasiado por la ausencia de competidores. Eso puede significar que no hay mercado y, por tanto, que no hay negocio.
Analiza si eres capaz de adaptar tus modelos de trabajo, propios de una organización tradicional, a las características propias de la mentalidad start up: expectativas claras, aceptación del error, agilidad, disrupción, gusto por lo desconocido, transparencia…
Piensa en tu credibilidad. Será útil de cara a los futuros inversores y también para convencer a socios, clientes y colaboradores que te sigan en tu proyecto. Valora asimismo si puedes reunir a un buen equipo, porque este es el factor de éxito de tu nueva compañía. La mentalidad start up implica saber contratar, pero también saber despedir. Sólo si mantienes el espíritu de los primeros días lograrás motivar a tus socios y empleados.
No dudes en captar a socios y profesionales que piensan de forma distinta, que aportan respuestas diferentes, y que tengan capacidad para poner en marcha las ideas disruptivas.
Si la compañía que creas no ofrece suficientes oportunidades de crecimiento y desarrollo profesional a tus empleados, ahí puedes tener el primer fracaso.
4. Busca la ayuda de nuevos agentes que intervienen en el “negocio del reclutamiento”.
Si te dicen que no sabes buscar empleo y que te hacen falta soluciones radicales para afrontar los retos que plantea la búsqueda de trabajo, puedes recurrir a algunas respuestas no tradicionales que adquieren ya un protagonismo notable en el “negocio del empleo”: Ten en cuenta que las propias empresas son cada vez más autosuficientes en términos de reclutamiento: de las bases de datos –un método poco efectivo– se ha pasado al apoyo que brindan las redes sociales. Esto exige un gran trabajo, pero muchas compañías ya tienen una gran capacidad de filtrar a los candidatos que encajan con un determinado perfil y facilitar el contacto.
Hay además portales de segunda y tercera generación, y algunas start up de empleo que innovan en este sector y que convierten de paso en un negocio rentable las soluciones diferentes que ayudan a encontrar un puesto de trabajo.
Muchas de estas nuevas empresas se basan en que los sistemas de empleo han perdido la capacidad de tratar a los candidatos de forma individualizada, y la clave está en la personalización y la especialización. Primero los anuncios clasificados fueron sustituidos por los portales de empleo, que sólo ofrecían una solución más automática. Así, muchos profesionales acaban desesperados, enviando currículos a posiciones que no son adecuadas.
Si llevas mucho tiempo buscando trabajo sin éxito, quizá te sirva saber que estos nuevos agentes no creen que sólo contestando a una oferta pueda llegar el talento adecuado. Más bien creen que el talento no se expone, y hay que salir a cazarlo. Por eso suelen ir a su medio a buscarlo.
5. No renuncies a ser feliz en tu trabajo ni a sentir que lo que haces tiene sentido.
En el escenario actual de escasez de empleo muchos se aferran a lo único que tienen. Este conformismo se confunde en ocasiones con fidelidad y compromiso, cuando los que se quedan lo hacen porque no hay más remedio, no porque estén ilusionados.
Del mismo modo que puedes llegar a apreciar un empleo que aborreces, puedes llegar a odiar el mejor trabajo del mundo. La misma realidad puede percibirse de distintas maneras y dentro de un tiempo tu modelo mental puede cambiar; varían tus expectativas y tu experiencia, y eso es lo que explica que puedas odiar ese buen empleo.
La clave está en construir y enriquecer tu puesto día a día. Aquí tienes otro campo abonado para la consabida “reinvención”…
Conócete a ti mismo, trata de saber cuáles son tus conocimientos y habilidades. Debes realizar lo que sabes hacer y aquello con lo que disfrutas. Ten en cuenta que el concepto de felicidad guarda relación con la decisión de trabajar en una empresa de forma comprometida. ¿Buscas sólo el sueldo? Los expertos calculan que la motivación extra que proporciona un aumento dura tres meses, y las ocupaciones que producen más felicidad son las que implican un mayor grado de realización personal, y se basan por tanto en las actividades que aportan un alto valor. Aquí el dinero no tiene mucho que ver con la satisfacción en el trabajo.
Con información de gestion.pe